martes, 18 de febrero de 2014

Y TE PREGUNTAS...

Y no dejas de preguntarte qué es lo que te pasa, por qué no reaccionas cuando están cayendo chuzos de punta sobre tu vida. Todo el mundo a tu alrededor te insiste en ello, en que reacciones de una maldita vez, pero tú a la tuya. 

En realidad, no sabes ni dónde estás ni hacia dónde vas. Estás en terra incognita, en una especie de limbo. La cabeza y tú, seas quien seas, no vais de la mano. Ella conoce la teoría de sobra, tiene mil conocimientos acumulados, miles de experiencias vividas, que podrían ayudarte en la tarea de salir del pozo. 

Sin embargo, cuando llega el momento de llevarlo todo a la práctica, no hay manera. Estás completamente bloqueada, perdida, sin energía para reaccionar. Entonces recuerdas las palabras que leíste una vez.

Tocar fondo significa estar sumido en la más siniestra de las miserias y no ser capaz de dar el enérgico taconazo o de coger la mano que te ayude a salir a la superficie. 

                                               Esther Tusquets.


Es impotencia. Te sientes impotente y todo te da vueltas. No dejas de preguntarte qué pasará si no reaccionas. Por otra parte, todos los momentos felices de tu vida acuden de golpe a ti. 

¿Dónde quedó la felicidad? Es la siguiente pregunta a la que no sabes o no quieres contestar. Bastante tienes con recordar tu nombre, ese nombre, que te definía.

Alguien que quieres te dice que estás vencida, pero no derrotada, o ¿era al revés? Qué mas da. El caso es que se supone que la guerra no está perdida, que has perdido sólo una batalla, que además luchaste mal. Se supone que tienes que cerrar las heridas y continuar, pero te encuentras con que las heridas no cicatrizan, no dejan de sangrar.

Te duele demasiado haber perdido tanto, duele asumir la parte de culpa que siempre nos corresponde. 

Lo cierto es que sabes lo que te pasa. Has perdido la ilusión, estás sin ilusión y tienes miedo de perder lo que es tu razón de ser. Los tiempos también juegan en tu contra.


Sonríes. ¿Qué no juega en tu contra? Te dices a ti misma, hasta tú lo haces. A veces, le encuentras la gracia al asunto, a lo de empezar desde cero. Otras, es una condena demasiado pesada sobre la que no dejas de pensar y, claro, llegan las preguntas. ¿En qué momento empezó? ¿Cómo llegaste ahí? ¿Qué sentido tiene todo?

La lista de preguntas es tan extensa... Pero, poco a poco, vas conociendo respuestas, aunque la mayoría no son plato de buen gusto.

Hay quien te aconseja que olvides el pasado, como si no hubiese sucedido nunca. Pero ¿cómo se hace eso? Es imposible borrar lo vivido.

Suena una canción en la radio. Significa tanto para ti esa letra, esa melodía... que duele. La música te duele, a ti que antes te ayudaba a caminar.

Pero es que la melodía trae consigo rostros, momentos en los que fuiste muy feliz.

El día, 18 de febrero, tampoco acompaña al ánimo. Esa fecha tiene un significado especial. Conociste a alguien muy importante para ti. Alguien que no sabes si volverás a ver. La pena te acuchilla otro poquito más.

Para rematar, inmediatamente después, suena otra canción-recuerdo. Una que te hizo soñar cuando el sol calentaba tu vida. 

Te echado de menos... Todo este tiempo he pensado en tu sonrisa y en tu forma de caminar...

Y engulles un trozo de amargura más mientras apuras el café que se te ha quedado frío. 

Estás en una cafetería porque te resulta imposible estar en casa descansando un poco antes de reengancharte al trascurso del día. 

Tachas, reescribes... Lo importante es escribir, te dices, no dejar de hacerlo, pero cuesta que las palabras se conviertan en frases coherentes, que a su vez expliquen lo que te pasa. 

Sabes que lo necesitas, que siempre te has curado por medio de las palabras. Tal vez, por eso, las necesitas tanto. No hay nada más doloroso para un escritor o periodista que encontrarse lleno de emociones y no ser capaz de plasmarlas por medio de las palabras.

Consultas el reloj. No te apetece, pero tienes que irte. Te esperan en otro lugar y, como puedas, tienes que obligarte a acabar un artículo que ya no puedes demorarse más.

Miras la cafetería y piensas en lo grato que te ha resultado el tiempo que has pasado en ella, pese a lo que has escrito, porque lo has escrito con algo de sosiego, de tranquilidad, porque has vuelto a sentir esa sensación que para el tiempo cuando escribes y dejas fluir lo que pasa por tu mente.

Sales a la calle y el gris del día acompaña tus pasos. No, hoy no es un día amable. Te culpas por no actualizar este blog, que no sientes realmente tuyo porque añoras a su predecesor, con algo de actualidad, con algo de periodismo. Pero sencillamente no puedes. Para hacerlo tienes que estar bien y hoy no lo estás, hace tiempo que no lo estás. 

E, irremediablemente, vuelve a ti la pregunta con la que arrancaste esta entrada. ¿Por qué coño no reaccionas? 


Eres persona y las personas somos débiles, tiernas y complejas, y tenemos ritmos, no siempre somos o estamos igual.

Un buen amigo me escribió estas palabras por Facebook. Tampoco él está pasando un buen momento de ahí la reflexión que quiso compartir conmigo. También me aconsejó tiempo, no forzarme... Pero ya he dicho que todo juega en mi contra, también ese tiempo que se supone que lo cura todo.

Buscando palabras propias para acabar esta entrada, me encuentro con el e-mail de otro buen amigo que intenta ayudarme para que encuentre la luz al final de mi túnel. Comparte conmigo tres ideas

1.-"La primera regla; No me creas pero aprende a escuchar. NO me creas porque lo que te digo es solo una versión, mi punto de vista sobre la vida, y es solo mi verdad, pero si escuchas entenderás lo que intento decirte....
La atención es lo que aparece cuando escuchas de verdad.

2.- La segunda regla, más dificil; No te creas a ti mismo, sabes que tu mente habla siempre, es un caballo salvaje sin ningún destino, si no aprendes a domarlo, el caballlo te llevará a donde él quiera. Asi que no te creas a ti mismo pero aprende a escuchar lo que hay en tu cabeza.

3.- La tercera; No creas a nadie más, por esa misma razón.. Lo que te digan es verdad solo para ellos, y expresan la experiencia que tienen de la vida, pero si aprendes a escuchar verás que entre todas esas mentiras aparece la verdad y seras capaz de percibirla, si no te crees a ti,si no crees a nadie , si no me crees a mi... esas mentiras no perdurarán pero si la verdad.

Con ellas acabo. Espero que nos sirvan a los que estamos en un momento complejo de nuestras vidas. 

lunes, 20 de enero de 2014

ERRORES

Es inevitable. Y, sin embargo, cuánto duele.

Los seres humanos nos equivocamos. Nadie tiene un 100% de aciertos en la quiniela de la vida.

Yo, sin ir más lejos, confieso que me he equivocado, y mucho, a lo largo de mis 32 años.


En realidad, una tiene la sensación de que aunque nos equivocamos sobre todo individualmente, somos muchos los que compartimos, en esencia, alguno de los errores de la larga lista de la condición humana.

Al menos, es la reflexión que me ha dejado el haber hablado con diferentes personas sobre el tema de esta entrada. Personas, que han compartido sus experiencias conmigo al tiempo que yo hacía lo propio con las mías. Hemos compartido errores.

Errores...

Por haber hay muchos tipos: pequeños, grandes, inmensos, propios, externos a nosotros pero que nos afectan de algún modo, los hay circunstanciales, los hay confesables, los hay inconfesables, los hay premeditados, los hay cobardes, los hay por precipitación o por tardanza...

Sin duda, los mejores son los subsanables, los reversibles, pero no siempre se puede enmendar una falta, aunque queramos, aunque lo diésemos todo por arreglar el desaguisado. En la mayoría de los casos, básicamente, no depende de nosotros.

Y ahí es cuando viene la tragedia.

HUMANOS TAN HUMANOS

Lo sabemos, sabemos que somos humanos y que es imposible escapar de algún tipo de error, pero pese a saberlo cuando uno/a tiene que afrontar o hacerle frente a uno de los gordos, parece que el cúmulo de sentimientos abarca un universo entero de emociones, que puede bloquearnos y hacer que seamos incapaces de saltar el siguiente obstáculo para seguir adelante. Se tiene un miedo, un pánico tremendo, a volverse a equivocar.

En mi caso, el pasado año fue mi año del pleno al 15 por lo que a errores se refiere.

La putada es que muchos de ellos fueron cometidos por una inocencia que a mis años resulta casi imperdonable. En Navidades, hasta mi tía me echó, literalmente, la bronca por lo que me había pasado.

Se lo comentaba hoy a una compañera de clase, porque he vuelto a clase, aunque no sé hasta cuándo podré hacerlo. La economía de este país que me lleva loca y no doy abasto para llegar a final de mes, también tengo que hacer frente a problemas familiares.

En cualquier caso, me equivoqué en casi todo y pagué la factura, creo que todavía la estoy pagando y ya me toca recoger algo bueno.

Mi compañera me decía que una vez aceptado esto, es decir, que la cagué en muchos ámbitos de mi vida, lo que me queda es un periodo de introspección y subir a la superficie.

Vamos, que tengo que recuperar la energía perdida, volver a sentir y valorar lo bueno que me pasa. Vibrar con la vida.

Tarea harto compleja porque ésta es la peor racha en lo que llevo de existencia, soy puro bloqueo y voy por días.

Sin embargo, sé que tiene razón. Alguno de esos días voy a tener que levantar cabeza, algún día tiene que volver a brillar el sol para mí.

Mientras tanto, la teoría me la sé. Debo dejar de correr sin ninguna dirección, debo pararme y tal vez esperar, lo que traducido supone paciencia y más reflexiones para llegar a dos palabras que todos conocemos.

EXPERIENCIA Y SABIDURÍA

Y es que, según mi compañera, a veces tenemos que pasar por determinadas experiencias para hacernos más sabios, pero también más fuertes.

Hasta aquí nada que no se haya dicho o escrito ya. Sin embargo, ella apuntaba que una vez aprendido lo que sea que tengamos que aprender, debemos ayudar a otros que se encuentren en la misma situación que nosotros hemos dejado atrás, hemos superado, porque se lo debemos a la vida y a la misma energía.

Lo sé, lo sé. Suena muy espiritual, pero lo estoy y, además, me parece de una belleza increíble. Ayudar y compartir. Hacer de lo malo algo bueno.


Ha conseguido que sonriera y que viera el día un poco menos gris. De hecho, le he dicho que si consigo superar mis trabas emocionales y personales, estaré encantada de poner mi granito de arena en la vida de las personas que necesiten de mi experiencia.

Faltaba más, siempre he intentado hacerlo, aunque no fuera ni consciente. También lo han hecho conmigo y lo están haciendo aquellos amigos que se ha quedado a mi lado en plena tormenta, lo que no es fácil, porque el tsunami ha sido bastante intenso.

Errores...

Busco en google frases que me ayuden a acabar esta entrada...

El único error imperdonable es no perdonar.

Errar es un privilegio de los valientes.

Los errores son una manera de reaccionar.

Sirvan estas de ejemplo, porque hay cientos de frases en la red, que cada cual que se quede con la que más le guste o más le ayude a perdonarse.

Porque lo peor de los errores no es cometerlos,es la culpabilidad que llevan implícita, lo mucho que nos hacen sentir culpables. Cuesta un mundo el hecho de perdonarnos por haberlos cometido.

Ésta es la lección más difícil de llevar a la práctica.