sábado, 16 de noviembre de 2013

REDES SOCIALES

El otro día me llamó un amigo para pedirme que lo aconsejara con el tema de las redes sociales. Desde la oficina de desempleo en la que está inscrito, le comentaban que debía aumentar su presencia en ellas para poder optar a más ofertas de trabajo. 

Sin embargo, mi amigo, que ha sido siempre muy reticente con el tema de la visibilidad en Internet, me decía que tenía cierto reparo a hacerlo, incluso habló de miedo.

-Mira lo que te ha pasado a ti-. Me comentaba sin mala intención, pero recordándome uno de los episodios más amargos en los que llevo de año.

Suplantaron mi identidad en la red, en varias redes sociales y servicios de mensajería instantánea. Vamos, que me piratearon, que me gastaron una putada. 

Por cuestiones de salud, no pude tomar las medidas pertinentes en su momento y no hay día que pase que no me arrepienta de ello, porque sé quién lo hizo y por qué lo hizo. 

Algunos amigos me han recomendado pasar página, otros que, si no puedo hacer nada, al menos hable del tema, porque, desgraciadamente, mi caso no es único. 

ALGUNOS DATOS

Según expertos informáticos, 4 de cada 10 usuarios son víctimas de algún delito en dichas redes sociales y desde el año pasado los casos no han dejado de aumentar. De hecho, se han triplicado. 


¿Los delitos más frecuentes? Ciberacoso, humillación, injurias, intromisión en la intimidad, revelación de secretos, imputar delitos no cometidos, robo de identidad... En resumen, dañar intencionadamente la imagen de otras personas, atentar contra su honor y su dignidad. 

Delitos, que ya existían antes, pero que se han trasladado a la red. Y es que si por algo se caracteriza Internet es por la posibilidad que ofrece de expresarse con gran libertad. Amén que es un método fácil, barato, cómodo y, en muchos cosas, anónimo.

¿Cómo lo hacen? Por medio de falsos enlaces, troyanos, falsos antivirus...

Por lo que a mí concierne, todo comenzó con un falso enlace, que quien me hizo daño sabía que iba a consultar porque era un tema que me importaba.

En la mayoría de los casos, las víctimas saben quién ha sido su "verdugo" virtual, lo que tampoco es consuelo.

Lo bueno es que nuestro Código Penal contempla todos los supuestos anteriores como delitos. Por ejemplo, el artículo 208 define injuria como:

La acción o expresión que lesionan la dignidad de otra persona, menoscabando su fama o atentando contra su propia estimación.

Lo malo es que muchos de los delitos cometidos se quedan en silencio, impunes, porque no todo el mundo tiene el dinero necesario para iniciar el proceso judicial correspondiente.

FICCIÓN CON TROZOS REALIDAD

Curioso que un par de días después de hablar con mi amigo, una de las series a las que estoy más enganchada, Sherlock, tratara esta problemática. El episodio se titula La caída del Reichenbach y pertenece a la segunda temporada.

En él, el malo, malísimo, Jim Moriarty, traza un plan de venganza contra Holmes y no se le ocurre otra cosa que apoyarse en una identidad falsa que ponga en entredicho la propia credibilidad y el honor del protagonista.

La informática es clave para ello, para que el inocente se convierta en malo y el malo en inocente.

Y lo consigue, poco a poco, todos los conocidos del detective comienzan a dudar de él. 

Es una de las consecuencias más tristes de la suplantación de identidad o de la creación de una identidad falsa. Ya no es que tengas que ver tu honor menoscabado es que puede que gente de tu entorno, personas a las que quieres, se lo crean. 

Cuesta mucho demostrar que has sido víctima de uno de estos delitos. En el episodio en cuestión, hay un diálogo entre los dos antagonistas que no tiene precio.

Sherlock: Todavía puedo demostrar que creaste una identidad falsa.

Moriarty: Mátate, te costará mucho menos.


Poco importa que muchos te conozcan o creas que te conozcan, porque, actualmente, son demasiados los que le dan veracidad a todo lo que leen o se publica en las redes sociales. 

Hay ejemplos de rumores que se han convertido en noticia sin ni siquiera haber sido contrastados. Los famosos son carne de cañón en estos menesteres. 

MÁS CONSECUENCIAS

Sin duda, otra de las peores consecuencias es el dolor o el sufrimiento que conlleva leer o ver las mentiras e injurias que se han vertido sobre ti. Te sientes vulnerable, indefensa. 

Como he dicho, atentan contra el artículo 18 de la Constitución Española, contra el honor, la intimidad y el derecho a la propia imagen. Es decir, contra la dignidad de la persona. También suelen violar el secreto de las comunicaciones.



No obstante, entre las peores consecuencias también está que dichos delitos perviven, cuesta mucho borrarlos. 

En periodismo, existe el derecho de rectificación. Cuando una información no ha sido veraz y ha atentado contra alguno de los derechos fundamentales antes citados, se exige que la reparación del daño sea pública y acorde al daño producido, valga la redundancia.

Sin embargo, con el tema de las redes sociales ¿cómo se puede hacer eso?

En mi caso, una amiga me decía que le hiciera lo mismo a la persona que había tratado de destruir mi dignidad, pero yo no soy así. No quiero venganza, quiero alguna clase de justicia que repare lo que he padecido. Creo que hasta me conformaría con que algunas de las personas que se lo han creído volvieran a confiar en mí. Por eso, sigo hablando y contándolo a quien quiera escucharme.

Hay quien también me ha dicho que pase de las redes sociales, pero como le dije a mi amigo, hoy en día, eso es imposible. Las necesito por trabajo y para estar en contacto con personas a las que quiero y no puedo tener cerca.

Lo único que puedo hacer es lo que hago, escribir sobre ello, tratar de concienciar a la gente de que lo que me ha pasado a mí podría pasarle a cualquiera. 

No me queda otra que seguir denunciándolo y batallando por recuperar la dignidad y el honor perdidos, a pesar de que haya personas que se hayan tragado las mentiras.

Los lobos con piel de cordero están a la orden del día en estos tiempos y nada mejor que esconderse detrás del anonimato de las redes sociales para hacer daño y quedar impunes. 

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