lunes, 20 de enero de 2014

ERRORES

Es inevitable. Y, sin embargo, cuánto duele.

Los seres humanos nos equivocamos. Nadie tiene un 100% de aciertos en la quiniela de la vida.

Yo, sin ir más lejos, confieso que me he equivocado, y mucho, a lo largo de mis 32 años.


En realidad, una tiene la sensación de que aunque nos equivocamos sobre todo individualmente, somos muchos los que compartimos, en esencia, alguno de los errores de la larga lista de la condición humana.

Al menos, es la reflexión que me ha dejado el haber hablado con diferentes personas sobre el tema de esta entrada. Personas, que han compartido sus experiencias conmigo al tiempo que yo hacía lo propio con las mías. Hemos compartido errores.

Errores...

Por haber hay muchos tipos: pequeños, grandes, inmensos, propios, externos a nosotros pero que nos afectan de algún modo, los hay circunstanciales, los hay confesables, los hay inconfesables, los hay premeditados, los hay cobardes, los hay por precipitación o por tardanza...

Sin duda, los mejores son los subsanables, los reversibles, pero no siempre se puede enmendar una falta, aunque queramos, aunque lo diésemos todo por arreglar el desaguisado. En la mayoría de los casos, básicamente, no depende de nosotros.

Y ahí es cuando viene la tragedia.

HUMANOS TAN HUMANOS

Lo sabemos, sabemos que somos humanos y que es imposible escapar de algún tipo de error, pero pese a saberlo cuando uno/a tiene que afrontar o hacerle frente a uno de los gordos, parece que el cúmulo de sentimientos abarca un universo entero de emociones, que puede bloquearnos y hacer que seamos incapaces de saltar el siguiente obstáculo para seguir adelante. Se tiene un miedo, un pánico tremendo, a volverse a equivocar.

En mi caso, el pasado año fue mi año del pleno al 15 por lo que a errores se refiere.

La putada es que muchos de ellos fueron cometidos por una inocencia que a mis años resulta casi imperdonable. En Navidades, hasta mi tía me echó, literalmente, la bronca por lo que me había pasado.

Se lo comentaba hoy a una compañera de clase, porque he vuelto a clase, aunque no sé hasta cuándo podré hacerlo. La economía de este país que me lleva loca y no doy abasto para llegar a final de mes, también tengo que hacer frente a problemas familiares.

En cualquier caso, me equivoqué en casi todo y pagué la factura, creo que todavía la estoy pagando y ya me toca recoger algo bueno.

Mi compañera me decía que una vez aceptado esto, es decir, que la cagué en muchos ámbitos de mi vida, lo que me queda es un periodo de introspección y subir a la superficie.

Vamos, que tengo que recuperar la energía perdida, volver a sentir y valorar lo bueno que me pasa. Vibrar con la vida.

Tarea harto compleja porque ésta es la peor racha en lo que llevo de existencia, soy puro bloqueo y voy por días.

Sin embargo, sé que tiene razón. Alguno de esos días voy a tener que levantar cabeza, algún día tiene que volver a brillar el sol para mí.

Mientras tanto, la teoría me la sé. Debo dejar de correr sin ninguna dirección, debo pararme y tal vez esperar, lo que traducido supone paciencia y más reflexiones para llegar a dos palabras que todos conocemos.

EXPERIENCIA Y SABIDURÍA

Y es que, según mi compañera, a veces tenemos que pasar por determinadas experiencias para hacernos más sabios, pero también más fuertes.

Hasta aquí nada que no se haya dicho o escrito ya. Sin embargo, ella apuntaba que una vez aprendido lo que sea que tengamos que aprender, debemos ayudar a otros que se encuentren en la misma situación que nosotros hemos dejado atrás, hemos superado, porque se lo debemos a la vida y a la misma energía.

Lo sé, lo sé. Suena muy espiritual, pero lo estoy y, además, me parece de una belleza increíble. Ayudar y compartir. Hacer de lo malo algo bueno.


Ha conseguido que sonriera y que viera el día un poco menos gris. De hecho, le he dicho que si consigo superar mis trabas emocionales y personales, estaré encantada de poner mi granito de arena en la vida de las personas que necesiten de mi experiencia.

Faltaba más, siempre he intentado hacerlo, aunque no fuera ni consciente. También lo han hecho conmigo y lo están haciendo aquellos amigos que se ha quedado a mi lado en plena tormenta, lo que no es fácil, porque el tsunami ha sido bastante intenso.

Errores...

Busco en google frases que me ayuden a acabar esta entrada...

El único error imperdonable es no perdonar.

Errar es un privilegio de los valientes.

Los errores son una manera de reaccionar.

Sirvan estas de ejemplo, porque hay cientos de frases en la red, que cada cual que se quede con la que más le guste o más le ayude a perdonarse.

Porque lo peor de los errores no es cometerlos,es la culpabilidad que llevan implícita, lo mucho que nos hacen sentir culpables. Cuesta un mundo el hecho de perdonarnos por haberlos cometido.

Ésta es la lección más difícil de llevar a la práctica.