viernes, 29 de noviembre de 2013

REFLEXIONES TEÑIDAS DE NEGRO

Estaba en la farmacia. Cuando Canal 9 se ha ido a negro a las 12:20 minutos no estaba para verlo. Y, en cierto modo, me pesa. Me hubiese gustado acompañarla en sus últimos momentos, que han sido de todo menos tranquilos.

No voy a contar nada que no se sepa ya. La policía entrando en las instalaciones, muchos compañeros en la calle porque no se les permitía el paso, el técnico que se ha negado a cortar la señal, la programación especial en la que hasta se ha dado voz a la presidenta de las víctimas del metro, que durante mucho tiempo estuvo vetada…

En Facebook un compañero lo calificaba de ser digno de Berlanga. Su buena parte de razón tiene. Lo peor es que los malos se han salido con la suya y lo han hecho en un visto y no visto. Tenían mucha prisa por acabar con un juguete que ya no les servía, tenían que silenciar el altavoz de las quejas, de la opinión de la calle, de la sociedad en general.

Tenían que matar a la que en sólo unas semanas se había convertido en su bestia negra, despertando no pocas conciencias sobre lo que está pasando en esta tierra, que es mucho y muy sucio, pero que se puede resumir en dos palabras: CORRUPCIÓN y CORRUPCIÓN.


Por mucho que otros medios se hayan hecho eco de la noticia, hoy faltaba una voz para contarnos lo que había pasado, faltaba la voz que han silenciado, faltaba la voz del medio que se ha hecho protagonista de la actualidad de estas semanas a fuerza de luchar, a fuerza de no callar.

No, los profesionales no agacharon la cabeza. Han pelado hasta el final y su lucha ha sido agónica, a muchos se les saltaban las lágrimas al ver que tanto no había servido de nada.

Hoy es un día tremendamente triste para esos compañeros, pero también para toda la sociedad valenciana y los que una vez formamos parte de esa casa.

Hoy la democracia ha perdido una vez más a manos de los mismos y una vuelve a preguntarse hasta cuándo, hasta cuándo vamos a permitir lo que nos están haciendo con la excusa de una crisis que no deja de ser una puta estafa al pueblo en general. Los ricos son más ricos y los pobres son cada vez más pobres. Todo anda patas arriba y ellos, los mismos, venga repetir que estamos mejor que hace un año.

¿En qué estamos mejor? ¿En tristeza, en impotencia, en desesperación, en aceptar las injusticias, la poca vergüenza de quienes nos gobiernan? ¿A quiénes podemos recurrir? Ni siquiera la justicia es la misma para todos, ahí está el señor Urdangarín, por poner un solo ejemplo. No quieren reformar la Constitución, pero tampoco parecen cumplirla. 

Hoy Canal 9 se iba a negro y lo hacía porque a los mismos les ha dado la gana. Pero hoy también era noticia que el Rey gastaba bromas sobre su salud. ¿De verdad estamos para bromas?

He de ser sincera. Sigo estando bloqueada por lo que a las palabras se refiere, no paso un buen momento personal y si no hubiese pasado lo de Canal 9 no hubiese actualizado este blog. Pero no escribir sobre el día hoy, aunque fuesen unas líneas… No sé, siento que tenía que hacerlo, aunque divagase, aunque no supiese muy bien qué decir porque la pena me embarga, porque a los amigos que dejé allí la pena les embarga.

A una de mis mejores amigas la conocí en esa casa, pasamos muchos momentos juntas, y hoy los recordábamos con lágrimas en los ojos, también recordábamos a los que ya no están para verlo porque cayeron en el combate de vivir.

Las dos hemos estado en contacto todo el día. A ella le debo saber que Canal 9 se había ido a negro. Lo ha seguido en directo, ha vivido la agonía del moribundo y me decía que todavía no podía creérselo. Tampoco yo me lo creo. Cuando he llegado a casa y he enchufado la televisión, cuando he buscado Canal 9 con el mando, me resistía a que lo que iba a encontrarme fuera el negro.


¿EMIGRACIÓN O EXILIO FORZOSO?

Negro como la época en la que estamos viviendo. Una época muy negra, muy oscura, en la que no dejamos de perder derechos, de perder libertades, de perder, sin más.

Hablando con otra amiga y ex compañera de la casa, ella me decía que estaba pensando en irse de este país, que estaba cansada de matarse trabajando en un bar para no poder siquiera llegar a final de mes.

Cuando una persona formada tiene que quitar parte de su formación para poder acceder siquiera a la oportunidad de tener un trabajo, es que la cosa no va nada bien. Diga lo que diga la puñetera recuperación económica que sólo ven unos pocos.

Lo leía también el otro día en el blog de un compañero periodista, aunque él fue más contundente que yo a la hora de explicar una realidad a la que se enfrentan miles de titulados españoles. Están sobrecualificados y no eso no gusta a la precariedad. Por eso, lo mejor es borrar datos del CV, desinflarlo... No vaya a ser que se esté demasiado preparado para el paladar de la indecencia.

La paradoja es que hay trabajos en los que la mera posibilidad de reunir los requisitos ya suena a marciano. Vamos, que de tanto que exigen se pasan, porque hay sueldos que no merecen tanto.


Lo confieso, me estoy más que planteando lo de irme y lo digo con la boca pequeña, porque no quiero hacerlo de ninguna de las maneras, porque siguen habiendo razones especiales para mí, porque me gustaría poder luchar aquí, porque si todos nos vamos quién levanta este país, como bien dice un amigo.

Sin embargo, el pero es que cada día es más complicado ejercer la profesión para la que tanto estudié, por la que tanto he trabajado, por la que tantos desvelos he pasado y no soy la única ni muchos menos que lo piensa, que lo vive.

Lo pensaba hoy, lo que fuimos los periodistas y lo que somos ahora. Engrosamos las listas de paro a base de bien gracias a los ERE o las desapariciones de medios. Y ser freelance es poco menos que un triple salto mortal sin red cada día.

Para muchos periodistas y profesionales del sector lo de Canal 9 ha sido un duro varapalo. Diga lo que se diga, y manipulación a un lado, acabar con ella supone parar de golpe un grandísimo motor del audiovisual valenciano, tardara lo que tardara en pagar sus facturas.

Pero cuando escribo estas líneas más que periodista me siento como todos esos jóvenes sobrecualificados que se tienen que plantear irse de fuera de este país sin quererlo, para poder tener una oportunidad laboral decente, para poder tener sencillamente una oportunidad, para no pertenecer a una generación perdida. 

Se lo comentaba a mi amiga. La cosa me pinta mal y encima tengo sentimientos contradictorios. Por una parte, el irme me despierta el pánico a saltar al vacío y comenzar de nuevo en otro lugar, puede que en otra cultura diferente. Por otra, está el miedo a quedarme y que esto continúe en caída libre, en barrena. Me da miedo no poder aguantar la presión del combate contra las penurias y la precariedad. ¿Los jóvenes y no tan jóvenes emigran o es un exilio forzoso en pro de la supervivencia?


¿PESIMISMO VERSUS OPTIMISMO?

Lo reconozco no estoy nada optimista, pese a que algunas de las personas que me rodean se empeñen en demostrarme que me pasan cosas buenas. Yo, sin embargo, no las veo, estoy tan en negro como las emisiones de Canal 9 y me da rabia. Estoy tan bajo mínimos que ya ni siquiera soy capaz de ver el vaso medio lleno.

Y me faltaba lo de hoy. La época que pasé en ese medio de comunicación ha sido de las más felices de mi vida y hoy se ha ido a negro.

Mi amiga, la que me ha avisado, me decía que no sabía si había tenido la suerte o la desgracia de ver ese fundido a negro, porque le ha podido la indignación, la tristeza.

Pero yo sigo pensando lo mismo que he dicho al principio de esta entrada. A mí me hubiese gustado estar presente, porque ha sido otro infame momento de la historia de esta comunidad y los profesionales que han luchado merecían la mayor de las audiencias.

Cuesta ser optimista, cuesta mucho. Por eso, admiro tanto a las personas que siguen viendo el vaso medio lleno, que siguen pensando que todo pasará.

Yo sólo sé preguntarme cuándo pasará todo, hasta cuándo podremos aguantar, hasta cuándo los mismos seguirán ganando elecciones, cuándo reaccionaremos de verdad.

Me siento triste por estar triste y encima viene la Navidad. Pienso en ella… y me hundo un poquito más en el sofá, siempre me pone triste. A pesar de ello, voy a hacerle caso a mi amiga y voy a pedir mi milagro navideño.

Quién sabe igual la luz me vuelve en Navidad. No estaría mal, como tampoco estaría mal que Canal 9 vuelva a la vida cuando el pueblo finalmente decida que también estos impresentables deben pasar a negro.


sábado, 16 de noviembre de 2013

REDES SOCIALES

El otro día me llamó un amigo para pedirme que lo aconsejara con el tema de las redes sociales. Desde la oficina de desempleo en la que está inscrito, le comentaban que debía aumentar su presencia en ellas para poder optar a más ofertas de trabajo. 

Sin embargo, mi amigo, que ha sido siempre muy reticente con el tema de la visibilidad en Internet, me decía que tenía cierto reparo a hacerlo, incluso habló de miedo.

-Mira lo que te ha pasado a ti-. Me comentaba sin mala intención, pero recordándome uno de los episodios más amargos en los que llevo de año.

Suplantaron mi identidad en la red, en varias redes sociales y servicios de mensajería instantánea. Vamos, que me piratearon, que me gastaron una putada. 

Por cuestiones de salud, no pude tomar las medidas pertinentes en su momento y no hay día que pase que no me arrepienta de ello, porque sé quién lo hizo y por qué lo hizo. 

Algunos amigos me han recomendado pasar página, otros que, si no puedo hacer nada, al menos hable del tema, porque, desgraciadamente, mi caso no es único. 

ALGUNOS DATOS

Según expertos informáticos, 4 de cada 10 usuarios son víctimas de algún delito en dichas redes sociales y desde el año pasado los casos no han dejado de aumentar. De hecho, se han triplicado. 


¿Los delitos más frecuentes? Ciberacoso, humillación, injurias, intromisión en la intimidad, revelación de secretos, imputar delitos no cometidos, robo de identidad... En resumen, dañar intencionadamente la imagen de otras personas, atentar contra su honor y su dignidad. 

Delitos, que ya existían antes, pero que se han trasladado a la red. Y es que si por algo se caracteriza Internet es por la posibilidad que ofrece de expresarse con gran libertad. Amén que es un método fácil, barato, cómodo y, en muchos cosas, anónimo.

¿Cómo lo hacen? Por medio de falsos enlaces, troyanos, falsos antivirus...

Por lo que a mí concierne, todo comenzó con un falso enlace, que quien me hizo daño sabía que iba a consultar porque era un tema que me importaba.

En la mayoría de los casos, las víctimas saben quién ha sido su "verdugo" virtual, lo que tampoco es consuelo.

Lo bueno es que nuestro Código Penal contempla todos los supuestos anteriores como delitos. Por ejemplo, el artículo 208 define injuria como:

La acción o expresión que lesionan la dignidad de otra persona, menoscabando su fama o atentando contra su propia estimación.

Lo malo es que muchos de los delitos cometidos se quedan en silencio, impunes, porque no todo el mundo tiene el dinero necesario para iniciar el proceso judicial correspondiente.

FICCIÓN CON TROZOS REALIDAD

Curioso que un par de días después de hablar con mi amigo, una de las series a las que estoy más enganchada, Sherlock, tratara esta problemática. El episodio se titula La caída del Reichenbach y pertenece a la segunda temporada.

En él, el malo, malísimo, Jim Moriarty, traza un plan de venganza contra Holmes y no se le ocurre otra cosa que apoyarse en una identidad falsa que ponga en entredicho la propia credibilidad y el honor del protagonista.

La informática es clave para ello, para que el inocente se convierta en malo y el malo en inocente.

Y lo consigue, poco a poco, todos los conocidos del detective comienzan a dudar de él. 

Es una de las consecuencias más tristes de la suplantación de identidad o de la creación de una identidad falsa. Ya no es que tengas que ver tu honor menoscabado es que puede que gente de tu entorno, personas a las que quieres, se lo crean. 

Cuesta mucho demostrar que has sido víctima de uno de estos delitos. En el episodio en cuestión, hay un diálogo entre los dos antagonistas que no tiene precio.

Sherlock: Todavía puedo demostrar que creaste una identidad falsa.

Moriarty: Mátate, te costará mucho menos.


Poco importa que muchos te conozcan o creas que te conozcan, porque, actualmente, son demasiados los que le dan veracidad a todo lo que leen o se publica en las redes sociales. 

Hay ejemplos de rumores que se han convertido en noticia sin ni siquiera haber sido contrastados. Los famosos son carne de cañón en estos menesteres. 

MÁS CONSECUENCIAS

Sin duda, otra de las peores consecuencias es el dolor o el sufrimiento que conlleva leer o ver las mentiras e injurias que se han vertido sobre ti. Te sientes vulnerable, indefensa. 

Como he dicho, atentan contra el artículo 18 de la Constitución Española, contra el honor, la intimidad y el derecho a la propia imagen. Es decir, contra la dignidad de la persona. También suelen violar el secreto de las comunicaciones.



No obstante, entre las peores consecuencias también está que dichos delitos perviven, cuesta mucho borrarlos. 

En periodismo, existe el derecho de rectificación. Cuando una información no ha sido veraz y ha atentado contra alguno de los derechos fundamentales antes citados, se exige que la reparación del daño sea pública y acorde al daño producido, valga la redundancia.

Sin embargo, con el tema de las redes sociales ¿cómo se puede hacer eso?

En mi caso, una amiga me decía que le hiciera lo mismo a la persona que había tratado de destruir mi dignidad, pero yo no soy así. No quiero venganza, quiero alguna clase de justicia que repare lo que he padecido. Creo que hasta me conformaría con que algunas de las personas que se lo han creído volvieran a confiar en mí. Por eso, sigo hablando y contándolo a quien quiera escucharme.

Hay quien también me ha dicho que pase de las redes sociales, pero como le dije a mi amigo, hoy en día, eso es imposible. Las necesito por trabajo y para estar en contacto con personas a las que quiero y no puedo tener cerca.

Lo único que puedo hacer es lo que hago, escribir sobre ello, tratar de concienciar a la gente de que lo que me ha pasado a mí podría pasarle a cualquiera. 

No me queda otra que seguir denunciándolo y batallando por recuperar la dignidad y el honor perdidos, a pesar de que haya personas que se hayan tragado las mentiras.

Los lobos con piel de cordero están a la orden del día en estos tiempos y nada mejor que esconderse detrás del anonimato de las redes sociales para hacer daño y quedar impunes. 

martes, 12 de noviembre de 2013

UN VIAJE EN TREN

IDA

Cuando ya ni un viaje en tren me anima es que la cosa pinta mal.

Siempre ha sido uno de mis medios de transporte favoritos, siempre me ha consolado cuando tenía un problema o me ha inspirado a la hora de escribir una historia, un relato.

Pero cuando hoy me he subido en él, la ansiedad vital que arrastraba le ha ganado la partida. Lo único que me ha salvado de ahogarme por completo ha sido la sensación de estar en movimiento, de ir hacia alguna parte.

Supongo que me pasa lo que le pasa a su vez a mucha gente. La vida y esta crisis que nos llevan por la calle de la amargura. No nos permiten ni siquiera coger aire más de un minuto seguido. 

En mi caso, la cosa se complica un poco más porque no desempeño trabajos manuales ni físicos, sino que mi arma principal de trabajo es mi cabeza y las palabras o ideas que puedan surgir de ella.

De momento, no he tenido que lamentar un vacío completo, pero reconozco que no estoy al 100%, que lucho por encontrar cada palabra que escribo, entendiendo más que nunca lo que significa batallar contra la página en blanco.

Si en el trabajo sobrevivo como puedo, peor lo llevo con mi producción literaria. Me encuentro en pleno punto muerto. Las ideas no salen, la inspiración no viene a verme y yo me desespero cada día un poco más. Realmente, sufro por no poder escribir. 

Para un/a plumilla escribir lo es todo. Habrá quien me entienda y habrá quien piense que las palabras no valen tanto. Sin embargo, para mí lo significan todo, lo valen todo. 

Desde que era una niña, mi vocación, eso que hoy no vale para nada, ha sido la de contar, primero lo que me pasaba a mí y más tarde lo que le acontecía a otros. 

Por eso, ahora me encuentro en un estado de ansiedad constante y angustiante. Porque sé que hay cosas por contar, sólo que no encuentro las palabras para construir el mensaje que me gustaría hacer llegar a quien quiera leerlo.



Reconozco que no es es primer bloqueo creativo al que me enfrento, pero sí es el más triste por lo que arrastro de año. Un año en el que si no he tocado fondo emocionalmente, poco me faltará para hacerlo. 

Resumen del año: "permitir una injusticia abre el camino a todas las demás". La frase ni siquiera es mía, sino de Ignacio Ferrando y pertenece a uno de los relatos cortos que merecieron ser impresos tras un concurso literario allá por el año 2005.

Sí, por una injusticia me hallo como me hallo y no logro superarlo. Más que nada porque no he podido defenderme ni hacer oír mi voz. Vamos, que se me ha condenado al silencio. Doble drama con esto de contar, de escribir, y de las palabras. 

Volviendo al tema literario, motivo de principal de mi tristeza, como decía me las he visto y me las he deseado en otros momentos, pero en todos ellos había un escritor que me acompañaba en mis desvelos, ahora ni eso. Se trataba de Paul Auster, de sus vivencias, experiencias y dramas propios como escritor, que eran fuente de consuelo y comprensión. 

Nadie como él para escribir sobre algo que normalmente no comprenden el común de los mortales y que se resume en una pregunta: ¿Para qué escribir?

Más allá del trabajo, soy periodista, no estoy obligada a hacerlo. Y, sin embargo, para mí es una necesidad hacerlo. Trasladar a la página en blanco las motitas negras correspondientes, encajar piezas para contar historias, que no sé si alguien leerá. 

No quiero que se me malinterprete. Me considero por encima de todas las cosas periodista. No me gusta llamarme a mí misma escritora y menos sin tener un libro publicado, pero reconozco que hago mías las palabras de Auster de que todo escritor está un poco enfermo y de que busca curarse por medio de las palabras.

Lo cierto es que llevo bastantes días pensando en esto de escribir, en si tiene algún sentido hacerlo ahora que mi vida está patas arriba y trato de organizarme en semejante caos. Si es que ni siquiera tengo ganas, me digo. Las preocupaciones ocupan cada neurona de mi cerebro. No obstante, aquí sigo, intentándolo a pesar de todo, a pesar de que el sector editorial y literario también se encuentra de capa caída. 

Aquí estoy, en un tren, emborronando las página de una libreta, porque no quiero hacerlo, pero sí quiero hacerlo. Valga la contradicción. 

Antes, cuando viajaba en metro o en tren, las conversaciones de la gente solían darme ideas sobre las que escribir. Hoy, ni eso. El tema de conversación que todos compartimos o nos ronda por la cabeza es el mismo y creo que ya se ha dicho bastante de la puta crisis, de esta puta estafa. 

Es evidente que no remontamos el vuelo, que cada vez somos más precarios, que cada vez nos desesperamos más y nos perdemos en la oscuridad de un túnel demasiado largo. 

Suspiro y levanto la vista de la libreta. Miro el paisaje. Algo me serena, pero entonces recuerdo que he perdido algunos de mis mejores cuentos por culpa de esa injusticia tecnológica sufrida. Ya no los voy a poder recuperar nunca y me abruma de nuevo la tristeza. 

Los escribí para alguien que sigue siendo muy especial para mí, en un buen momento creativo. Mi hermano, a quien voy a ver, me dice que no desespere, que lo importante es que conservo la cabeza y que llegarán muchos otros cuentos más. Pero a mí me apena. Cada escrito que he redactado, fuera profesional o personal, ha sido como un hijo para mí, porque los cuidaba hasta el último detalle, sobre todo porque buscaba provocar alguna sensación con ellos. Es la razón de ser de la literatura. Provocar sensaciones, despertar emociones. 



Vuelvo a mirar el paisaje y a suspirar. Pienso, reflexiono, acerca de si el viaje en tren ha cumplido realmente con su cometido, despejarme un poco. He sido algo injusta. La angustia existencial made in Kafka, mada in Sartre, made in crisis económica, está ahí, pero ha quedado algo atenuada con los trazos del boli sobre el papel, y todavía me queda la vuelta, pienso, para reconfortarme.

En cualquier caso, el momento no puede ser más tópico, hasta la ropa que llevo no puede ser más tópicamente literaria. 

Y venga el suspiro, no puedo evitarlos. Pienso que cuando era más joven me moría por vivir la vida bohemia que habían conocido mis escritores favoritos. Ahora ya no tengo tantas ganas. Ahora, lo que necesito es algo de estabilidad, sobre todo monetaria, económica.

Ser freelance actualmente es dar un triple salto mortal cada día, porque hay que pelear por cada artículo, por cada colaboración. No hay nada fijo. Pero por lo visto eso de aprender la lección, de pasarlas canutas, no va conmigo. Me niego a dejar de intentarlo con el oficio de plumilla.

Es curioso, he vuelto a mirar por la ventanilla y me he topado con el cartel de la autovía que va a Alicante. Una de mis ciudades más queridas, una de las ciudades más especiales en las que he podido y me ha tocado vivir.

Sin embargo, allí no escribí una sola línea. Más allá del trabajo, mi producción literaria fue cero. Y pienso si será porque allí fui muy feliz.


¿Necesita la literatura altas dosis de sufrimiento para ser verdadera literatura? Me pregunto, pero no puedo responderme, porque he llegado a mi destino y me toca bajar del tren. No obstante, sigo emborronando un poco más en la libreta, unos minutos más, mientras camino hacia la salida de la estación.

CAFÉ

He llegado demasiado pronto. Curioso, antes llegaba siempre demasiado tarde a todos los sitios. Me digo que lo mejor es matar la espera en un café. Así que busco uno de mi gusto, pido la consumición correspondiente y salgo a la terraza para poder fumar a gusto y seguir emborronando la libreta con mis garabatos.

Desde que era niña, he tenido que escuchar que mi letra era como la de un médico, ininteligible. Sonrío y levanto la cabeza para contemplar a la gente pasar. 

Me pregunto qué será de sus vidas, si es que tienen vidas más allá de la asfixiante crisis. Al menos, me digo, sigo haciéndome preguntas, algo fundamental en esto de escribir. Lástima que mi tristeza no disfrute en eso de ver la vida pasar. Y sólo estamos a martes. 

Porque lo peor llega con el fin de semana. Los vaivenes que he sufrido y mi limitada economía poca vida social me permiten, y con esto de no escribir las horas se me hacen eternas. 

He aprendido a dejar el trabajo para la semana, intento adaptarme al ritmo laboral que sociológicamente nos hemos impuesto y establecido. De lunes a viernes. 

Como venía diciendo, los fines de semana son lo peor y es cuando más echo de menos no encontrar nada que me motive a escribir. Si es que de todo sacaba punta antes de este puñetero bloqueo, de todo. Pero con el bloqueo hemos topado.

Se ha convertido en un muro que no consigo traspasar, derribar, y duele. Antes nunca me sentía sola porque llevaba a las palabras conmigo.

Más de 80 veces al día me pregunto si lograré superarlo, si todavía tendré remedio, pero las respuestas siguen sin llegar. Estoy absolutamente convencida de que me falta inspiración. De que sí, de acuerdo, el éxito es fruto de un 1% de suerte y de un 99% de transpiración, de trabajo. Pero sin inspiración ni suerte ni trabajo.

Es así, las musas me han abandonado. No sé si pretenden castigarme, pero, sea como sea, creo que no merezco semejante tortura.



Por otra parte, echo tanto de menos mi antiguo blog... Era mucho más que un cuaderno de bitácora para mí. Era un compañero fiel al que acudir y pienso si este estará a su altura, si algún día llegaré a sentirme tan orgullosa de él como me sentía de mi antiguo compañero de batallas. 

He decidido que voy a trasladar aquí buena parte de los escritos que logré salvar de la injusticia tecnológica y digital. Como he mencionado, son mi criaturas y me hicieron ser mejor persona y profesional. No quiero que se queden almacenadas en una carpeta, en el ordenador.

Supongo que quiero que me trasciendan, si es que logro sobrevivir a este empezar de nuevo. Espero hacerlo y espero que este año acabe bien, más que nada para compensar tanta desgracia. No estaría mal acabarlo a lo grande igual de grande que las las hostias que me han caído.

VUELTA

He interrumpido el curso de mis pensamientos porque ha llegado la persona a la que esperaba, mi hermano, mi mejor amigo, la persona más optimista que conozco. Escribo esto ya subida en el tren.


En cualquier caso, desde que ha irrumpido en mi vida lo ha hecho con la fuerza que lo caracteriza. Tenía que devolver unos libros en la biblioteca de la universidad en la que estudia, pero desde que nos hemos encontrado la charla no ha dejado de fluir, cosa que he agradecido inmensamente. 

Hemos hablado de sus estudios, de su vida, de la mía, de todos los contratiempos a los que tenemos que hacer frente, que no son pocos.

Los dos tenemos que levantar nuestras vidas y en los tiempos que corren la tarea no es nada fácil ni agradable. De hecho, buena parte de nuestra conversación se la ha llevado la crisis, el negro panorama al que nos enfrentamos más solos que acompañados.

Pero, a pesar de todo, mi hermano es de la opinión de que tras las hostias que nos hemos llevado este año ya toca remontar el vuelo. Yo no lo tengo tan claro, pero quiero, necesito, creer en ese vuelo, en que por fin la justicia y la suerte nos sonrían un poco. 

También hemos hablado sobre Canal 9. Inevitable no hacerlo. Yo trabajé allí y ha sido, digo ha sido, hasta que se consiga lo contrario un medio de comunicación referencia en la comunidad en la que vivimos. 



Según mi hermano, todo ha obedecido a un plan trazado que vas más allá de una simple televisión autonómica. Puede ser. Puede que todo obedezca a la consignas del partido en el gobierno por centralizar y "poner orden" en los desmanes de las autonomías. 

Es decir, se trata de que todo vuelva a pasar por Madrid, de que el neoliberalismo del Partido Popular vaya avanzando en pasos y materias. 

Para animarnos a sobrellevar semejantes reflexiones nuestras buenas cervezas nos hemos tomado. Con algo de alcohol en las venas, nos hemos sentido más libres para dar forma a los pensamientos con los que cada uno ha de librar cada día. Léase: la tasa de paro, la sinvergüenza de la clase política y de la propia patronal, a la que interesa sobre todas las cosas hacer precario un trabajo ya por sí escaso. 

-¿Por qué no te vas fuera?

Me ha preguntado mi hermano. Y esta vez pocas razones le he argumentado en contra de abandonar este país. Es lo que están consiguiendo nuestros políticos con esto de rescatar a los bancos, que se guardan el dinero como oro en paño.

No se sabido decirle por qué no quiero irme, porque no sé si es lo que quiero tras perderlo todo, porque ya no sé si es lo que necesito para remontar, para olvidarme de este crudo año que llevo.

Es posible que mi hermano tenga razón y sea lo que necesito, si tenemos en cuenta que la inspiración no me responde porque haya quien la haya puesto en mi contra. La crisis tampoco juega a mi favor, como he dicho. Además, no tiene por qué ser para siempre, sólo por un tiempo, hasta que me recupere.

El tren sigue su marcha, haciendo las paradas habituales. Releo lo que he escrito. No quiero cambiar ni una coma. Lo he escrito según me dictaba mi estado de ánimo, el mismo al que se enfrentan miles y miles de personas cada día. 

Para animarme a continuar hacia delante mi hermano me recordaba lo que tuvieron que pasar nuestros abuelos. Y salieron adelante.

-¿Por qué no hemos de salir nosotros? 

Me ha dicho y yo sólo he podido sonreír, que no es poco, pero es que es un lujo tenerlo como hermano. Me apoya en todo, en todo, incluso en lo que le cuesta entender de mi vida, las personas a las que no puedo dejar de querer, pero que me han hecho tanto daño. 

Casi pierdo el tren porque me costaba despedirme de él. Aunque los dos hemos mirado el reloj y nos hemos acelerado erróneamente pensando que mi tren estaba a punto de salir. No era el caso, pero hemos apurado la cerveza como si la vida nos fuera en ello.



¡Falsa alarma! Y hemos respirado, porque nos quedaban unos minutos más de charla, de consuelo. No hemos podido resistirnos a pedir otra cerveza más. Somos como niños cuando estamos juntos, pero es que se agradece escuchar palabras de ánimo, de aliento.

Al final, la despedida ha sido inevitable. Mi hermano ha sido el primero en irse y yo lo he acompañado hasta la salida, y un poco más allá. Hemos quedado en volver vernos dentro de 15 días, aunque nos queda el teléfono. Hablamos todos los días. 

Sin embargo, algo se me ha roto cuando se me ha ido mi compañero de conversación, mi amigo, con el que he compartido por unas horas el espacio de una ciudad extraña para los dos. Hasta nos hemos perdido por sus calles de los enfrascados que estábamos en nuestra conversación. Una hora nos ha costado encontrar el camino que nos habíamos trazado. 

Pero todo ha merecido la pena, incluso el viaje en tren. En los tiempos que vivimos es difícil no sentirse solo y vulnerable alguna vez. 

Por eso, caminar, charlar, sonreír siguen sin tener precio y más cuando se tiene todo en contra y nada a favor. 


domingo, 10 de noviembre de 2013

ACCIÓN-REACCIÓN

Y la de los trabajadores de Canal 9 tiene mérito. 

Se han organizado y han conseguido que la suya no sea la noticia de un día.

Sin embargo, mucho y poco ha pasado desde que se supo que el Consell decidía cerrar RTVV-NOU tras el fallo judicial que echaba para atrás el ERE que afectaba a unos 1.000 trabajadores. 

Digo mucho y poco porque ha habido de todo. Poco desde la Generalitat y mucho desde el Ente Público. 

En estos días, los propios trabajadores se han hecho cargo de la programación y la tele ha triplicado su audiencia. 

También hay que reconocer que muchos profesionales han entonado el mea culpa por permitir tantos años de manipulación. Sin olvidar el enorme respaldo que han logrado de la ciudadanía, de otros medios de comunicación y de los partidos de la oposición. El PSPV ya ha anunciado que llevará el caso hasta el Tribunal Constitucional. 

Históricas han sido las manifestaciones que tuvieron lugar ayer en las tres capitales de provincia y que congregaron a miles de personas y a diferentes colectivos y asociaciones en defensa de la televisión pública y por ende de la propia lengua valenciana.

Se lucha sin descanso y no es para menos. Esta semana, por si faltaba poco, se ha conocido el impacto que el cierre de Canal 9 tendrá en todo el sector audiovisual valenciano. Arrasará con él. Literalmente. El panorama quedará desértico.


Pero a pesar de todo ello, todavía sigue habiendo mucha gente crítica con el medio, con esa desinformación que ha marcado buena parte de su vida. 

Aunque parezca mentira, la justificación de Consell ha calado en buena parte de la población, que no quiere perdonar ni olvidar y menos pagar una deuda de 1.200 millones de euros, pese a que sepan que los trabajadores no son los culpables de la mala gestión y de los chanchullos políticos que han endeudado al Ente.

Sea como sea, las críticas están ahí y son duras, muy duras. A veces a una le cuesta hacerse entender y defender un medio que ha sido muy importante para mí, no sólo profesionalmente. 

Me pasó el otro día en Facebook con el amigo de un amigo y me pasó físicamente con otros amigos también esta misma semana. 

Todos me decían lo mismo, lo de los colegios y hospitales. Todos repetían que sí, que es una putada para los trabajadores, pero que esos mismos trabajadores han permitido lo que han permitido mientras estaban a salvo. 

Hay quien incluso acusaba a los trabajadores de llevar la pataleta demasiado lejos y de meter opinión en las propias noticias. Es decir, les acusaban de no ser imparciales, también de empañar el oficio al contar algunos de ellos cómo acataban órdenes, cómo manipulaban. Noticias, que han corrido de red social en red social estos días.

Si es que con Canal 9 nunca llueve a gusto de todos. 

Pero mi opinión no ha cambiado, mi defensa es la misma que la de los trabajadores. El cierre de Canal 9 es una barbaridad y el modo en el que se está gestionando otra más, una más de las que vivimos aquí en nuestra Comunidad. 

Como decía unas líneas más arriba, mucho ha pasado para los trabajadores, que no han dejado de moverse, y poco ha pasado desde el Consell, que, por activa y sobre todo por pasiva, ha dejado claro que no se va a dar marcha atrás. 

La última del señor Fabra ha sido decir en una entrevista que otras comunidades no tienen que cerrar sus televisiones públicas porque reciben más dinero del Estado. 

En fin... Cabrea, igual que cabrea que se escuden en la educación y la sanidad. Se olvidan de los barracones a los que están condenados muchos estudiantes en esta tierra y se olvidan de la progresiva privatización que también están sufriendo los hospitales valencianos, muchos gestionados por empresas privadas.

Hay voluntad de negociar por parte de todos menos de la Generalitat. Hay voluntad de conseguir una televisión viable y de calidad, pero parece que eso no interesa ahora al Consell. 

Se mantuvo abierta Canal 9 mientras ayudaba a los intereses del Partido Popular y ahora se cierra porque ya no resulta un instrumento de manipulación útil, se ha hecho demasiado cara de mantener.

Hay quien va más lejos y ve toda una teoría de la conspiración con el Ente valenciano. Un plan premeditado, en el que el ERE era sólo la punta del iceberg y la deuda la justificación final. 

Se trataba de rebajar la calidad de los contenidos, con lo cual bajaría la audiencia; se trataba de estrangular económicamente a la tele para malvender la producción externa a las empresas amigas... Y, si se echaba para atrás el ERE, pues a privatizarla por entero. Aunque el Consell haya roto un poco este esquema al decir que no va a privatizarla que, sencillamente, sólo va a cerrarla.

Pero hasta que lo haga, se ha sacado de la manga un Decreto Ley para volver a tomar las riendas de la programación, como he dicho en manos de los trabajadores desde que la dirección general dimitiera por no estar dispuesta a llevar el buque hasta el fondo del mar.

Si no cambian las cosas, el cierre se prevé para final de mes. Todo se quiere hacer rápido, hasta el cinismo, al afirmar que también lo hacen para no seguir angustiando a las familias de los trabajadores. 

La lucha promete ser agónica y da pena que los profesionales hayan tenido que armarse tras las trincheras para defender a la televisión pública y con ella también su valor democrático.

Sí, con la democracia hemos topado, porque cada vez que un medio de comunicación desaparece la democracia muere un poco, el pluralismo muere un poco más y no estamos para perder más medios, ni para que haya más personas y profesionales en el paro.

RTVV-NOU, gustase más o menos, era un motor audiovisual para la Comunitat, a la que hablaba en su lengua, formando parte de su historia desde el mismo Estatuto de Autonomía.

Una se niega a creer que vaya a desaparecer, que tras las increíbles muestras de la ciudadanía, el pueblo se resigne a perder otra vez más. 


Una se niega a creer que nada haya valido la pena y que, como anuncian las encuestas sobre intención de voto, el PP vuelva a ganar tras lo que hemos permitido en esta tierra. 

Por eso, es justa esa acción-reacción.

Para que gane David y no Goliat, para que gane el pueblo y no los de siempre, para que todo sirva para algo y la de Canal 9 no haya sido la crónica de una muerte anunciada.


martes, 5 de noviembre de 2013

ADIÓS CANAL 9

Cierran la tele.

Ese es el escueto mensaje que me llega al móvil y que me deja, literalmente, sin palabras, sin sangre en las venas. Me lo escribe una amiga, pero también la que fue una de mis antiguas jefas cuando estuve en dicha tele, RTVV-NOU, Canal 9, para que nos entendamos todos. 

La última hora ha saltado enseguida a las redes sociales. Reconozco que me he conectado para ver si era verdad, porque no me lo podía creer.

Todo en un sólo día. Porque hoy se había conocido la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana que tumbaba el ERE que había dejado en la calle a más de 1.000 trabajadores. Trabajadores, que, al conocer el fallo, lo habían celebrado por todo lo alto, aunque intuyeran que el gobierno valenciano no lo iba a dejar ahí. Esperaban que el Consell recurriera la sentencia. Pero lo que nadie se esperaba es que, de golpe y porrazo, cerraran la tele. Así, sin más.

Y, sin embargo, el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, ya lo había advertido días antes. Si el ERE resultaba nulo, no tendrían más remedio que cerrar. 

¿La excusa?

Que no pueden hacer frente a los costes que supone volver a readmitir a los trabajadores, que no pueden mantener una plantilla tan elevada y al mismo tiempo cubrir los gastos de funcionamiento y mantenimiento, que primero de todo está el sostenimiento de servicios públicos como la educación y la sanidad. 

¿Hola?

Servicios que caminan hacia la privatización en esta comunidad. De todas formas, ¿qué pasa con el derecho a la información? ¿Qué pasa con una gestión escandalosa que ha dejado el Ente público en quiebra? ¿Pagará alguien por esa mala gestión? 1.200 millones de deuda arrastra Canal 9.



Hasta la forma en la que se llevó a cabo el ERE resulta vergonzosa. Los baremos, los criterios, para despedir a cientos de trabajadores nunca estuvieron claros, fueron ambiguos y subjetivos. La responsabilidad de formalizar el proceso recayó en una empresa externa, por mucho que ahora se diga que fue la dirección de la casa la responsable de ponerlo en marcha.

Mientras escribo estas líneas, un compañero comparte en Facebook la nota de prensa de la Generalitat. Se puede decir que era la forma de hacer oficial lo que se sabía ya por otros medios de comunicación. De hecho, los propios trabajadores se han enterado por esos mismos medios. Nadie del Consell ha tenido el valor de dar la cara con ellos.

http://www.gva.es/va/inicio/area_de_prensa/not_detalle_area_prensa?id=509809

Lenguaje técnico, burocrático y extremadamente complejo para decir que 1.700 personas se quedan en la calle y que desaparece un medio de comunicación con más de 20 años de vida a sus espaldas. Un medio de comunicación emblemático para esta tierra, a pesar incluso de la críticas por manipulación informativa. 

Esta plumilla creció con esta televisión, también profesionalmente. Siempre diré que tuve la suerte de poder trabajar y aprender en él, con grandes compañeros y profesionales. No todos estaban enchufados, como se ha dicho.

Esta noche mientras los trabajadores defendían sus derechos delante de las cámaras, mientras denunciaban en el informativo lo que les han hecho gente corrupta y sin escrúpulos, yo lloraba de rabia por la injusticia. 

Para un periodista la verdad y la justicia, como siempre digo, son dos de sus razones de ser. Por eso, es doblemente dura la decisión unilateral del Consell. Pierde la verdad y pierde la justicia, otra vez. ¿Cuántas llevamos en esta comunidad, cuántas llevamos en este país? ¿Cuántas más harán falta para que despertemos?

Comparto totalmente las palabras de los trabajadores al considerar que no sólo pierden ellos, sino también la sociedad valenciana en general. 



Con todos su fallos y sus defectos, Canal 9 era la televisión de todos los valencianos y les hablaba en su lengua, unía. No por menos, estaba reconocida en el Estatuto de Autonomía.  

Sea como sea, hoy es un día triste para el periodismo. Hoy es un día triste para la democracia porque otro medio de comunicación se cierra. Otro, otro más. Y lo peor es que puede llegar a sentar precedente para otras televisiones públicas. 

Tal vez, quede la esperanza de que el Consell reconsidere su decisión unilateral, y radical, y se siente a negociar con los trabajadores para buscar una fórmula viable para sostener Canal 9 y con ella el derecho a una información pública y veraz en esta tierra nuestra, tan escasa de medios regionales o locales. 


viernes, 1 de noviembre de 2013

UNA BROMA DE LAS QUE HACEN ÉPOCA

Señoras y señores, interrumpimos nuestro programa de baile, para comunicarles una noticia de última hora procedente de la agencia Intercontinental Radio. A las ocho menos veinte, hora central, el profesor Farrell del Observatorio de Mount Jennings de Chicago, Illinois, comunica que se han observado en el planeta Marte algunas explosiones de gas incandescente, que se suceden a intervalos regulares.

Un guión adaptado, una compañía de teatro, una emisora de radio y, por supuesto, el gran Orson Welles al frente.

Eso bastó para despertar el pánico entre la población estadounidense la víspera de Halloween, el 30 de octubre de 1938.

Y todo por la forma en la que fue presentada la historia, todo porque Welles consideraba que La guerra de los mundos de H.G. Wells era muy aburrida, muy improbable y quedaba demasiado alejada de América, por suceder en Londres.

Para mejorarla... ¿Qué tal presentar un programa de variedades que se interrumpe por diversos boletines informativos y conexiones en directo, apoyados por testimonios de expertos?

Buenas noches, señoras y señores. Habla para ustedes Carl Phillips desde el observatorio de Princeton en Nueva Jersey. Me encuentro, en este instante, en una gran sala semicircular totalmente oscura, y que llama la atención por su larga ranura en la bóveda del techo. A través de esta abertura puedo contemplar el cielo lleno de estrellas, cuyas luces se reflejan sobre el complejo mecanismo del enorme telescopio instalado aquí. Los ligeros ruidos de tictac que oyen ustedes, no son otra cosa que las vibraciones de su preciso mecanismo de relojería.

El profesor Pierson está de pie, justamente encima de mí sobre una alta plataforma, mirando a través de la lente gigantesca. Les ruego, señoras y señores oyentes, que tengan un poco de paciencia por las posibles interrupciones que pueda haber durante la entrevista. El profesor Pierson no puede dejar de atender su trabajo, ya que está en situación de alerta permanente, dada la importancia de los acontecimientos. Él está muy atento a cualquier comunicación que pudieran recibir en cualquier momento, pues tiene líneas abiertas con destacados centros astronómicos de todo el mundo... Profesor, ¿podemos comenzar la entrevista?

Es decir, se cambia el escenario, un guionista, Howard Koch (Casablanca, 1942) elige el lugar de aterrizaje de los marcianos dejando caer un lápiz sobre un mapa y las interpretaciones de los actores, y efectos especiales, ya harán el resto.


En este instante, nos llega una última hora desde un lugar muy próximo a nosotros, Trenton, Nueva Jersey, comunica que a las 8.50 horas de la tarde, un enorme objeto ardiente, que se supone pueda ser un meteorito, ha caído en una granja de las cercanías de Grovers Mill, Nueva Jersey a 22 kilómetros de Trenton. El resplandor fue visible en un radio de cientos de kilómetros y el ruido del impacto se oyó en sentido norte hasta la ciudad de Elizabeth.

Mucho mejor, no hay duda. Tanto que nadie prestó atención o escuchó los cuatro anuncios que se emitieron durante toda la emisión afirmando que se trataba de ficción.

CUÁNDO EMPEZÓ TODO

Diga lo que se diga, la broma tenía como objetivo la supervivencia de las representaciones radioteatrales del equipo de Welles en la cadena de radio CBS.

Porque todo empezó un año antes, cuando el Mercury Theatre, fundado por Orson Welles y John Houseman, cambió los escenarios por la radio.

Durante 1938, habían llevado a cabo un total de 22 representaciones, la mayoría adaptaciones de grandes clásicos literarios (La isla del tesoro, El conde de Montecristo...). Todas con una duración aproximada de 60 minutos, sin cortes publicitarios.

La crítica las había apoyado, pero no así la audiencia. Con un 3% de audiencia, las representaciones estaban condenadas a desaparecer. O encontraban un patrocinador o subían la audiencia. Fue entonces cuando a Welles se le ocurrió que el realismo ficticio podía ser su mejor arma.

Señoras y señores, esto es lo más terrible que yo he visto en mi vida. ¡Un momento! Alguien se desliza hacia afuera por el hueco de la cabecera del objeto. Alguien o... algo. Me parece apreciar que una cosa intenta asomarse fuera de ese negro agujero, aparecen, ahora, dos discos luminosos, creo que nos miran... ¿Serán ojos? ¡Pudieran ser de una cara. Pudiera ser de...!

CONTROL: Gritos de horror procedentes de la multitud y que continúan de fondo. Pitos y sirenas de policía.

¡Dios santo! Algo se arrastra como serpenteando fuera de la sombra, parece una serpiente grisácea. Ahora otra más, y otra y otra. No, realmente son tentáculos, ahora lo veo mejor. Es una criatura grande, mayor que un oso y su cuerpo es muy brillante. Pero ¡esa cabeza...! Es... es algo indescriptible. Apenas puedo aguantar sin salir corriendo. Los ojos de este extraño ser son negros y brillan como los de una culebra. La boca tiene forma de V por la que cuelga repugnante saliva. Este monstruo tiene dificultad para moverse y parece que su enorme peso lo aplasta... o tal vez sea la fuerza de nuestra gravedad.
Atención, ahora el bicho se está levantando... La gente se echa hacia atrás. Ésta es la más increíble experiencia que... apenas puedo encontrar palabras... al mismo tiempo que les hablo, me estoy moviendo, tirando del largo cable de mi micrófono de mano. Disculpen, hay que hacer un alto en la conexión, porque la policía nos está apartando. Voy a una posición más segura, ¡ Por favor, mantengan la sintonía. Atención compañeros, os pido paso enseguida...

Tras días y días se ensayos, la noche escogida fue la víspera de Halloween. Una noche en la que los miles de oyentes que sintonizaron la CBS lo hicieron tarde y mal, porque el programa líder de audiencia de otra emisora no estaba resultando lo suficientemente interesante. Sin embargo, su propio pánico tampoco les permitió escuchar el segundo recordatorio 40 minutos después. Como hemos dicho, todo parecía demasiado real.

Señoras y señores, en este momento nos llega un mensaje a través de una llamada telefónica desde Grovers Mill. Aguarden un momento. (2 segundos de silencio) Sí... me dicen que... unas cuarenta personas entre ellas varios soldados, yacen muertos en un campo... al este del pueblo de Grovers Mill. Los cadáveres están totalmente calcinados e irreconocibles...
Atención, me comunican que tenemos una importante conexión con... sí... les ofrecemos a continuación las palabras del General de Brigada Montgomery Smith, comandante militar de Trenton, Nueva Jersey.

CONTROL: voz filtrada, sonido telefónico.

GENERAL SMITH: ( en tono plano y frío ) He recibido indicaciones del gobernador de Nueva Jersey para poner en estado de guerra los condados de Mercer y Middlesex, así como todas las poblaciones desde Princeton a Jamesburg. Nadie podrá entrar dentro de los limites de este área, si no dispone de pase especial expedido por las autoridades estatales o militares.
Varias unidades militares se dirigen desde Trenton a Grovers Mill para ayudar a la evacuación de la población que se encuentre afectada por estas operaciones militares. Gracias.

Por eso, familias enteras, sobre todo de New Jersey, cogieron sus bártulos y abandonaron sus hogares, colapsando las carreteras y buscando refugio en el campo. No sólo eso, se registraron también cientos y cientos de llamadas a la policía e incluso hubo que movilizar a algunas unidades del ejército.

El miedo corría paralelo a los boletines ficticios de la radio y a la llegada de los supuestos marcianos al propio Nueva York. 

Incluso había quien se acercaba a las comisarias de policía con toallas húmedas en la cara para protegerse del también supuesto gas venenoso.

¿Cómo era posible que la gente no se diera cuenta de que era un simple programa de ficción? Nos preguntamos ahora.

SECRETARIO ESTADO. (Tono de discurso político muy retórico que imita la voz de Roosevelt) Ciudadanos de esta nación. No tratarñe de ocultar la gravedad de la situación por la que atraviesa este país, ni la constante preocupación del Gobierno por proteger las vidas y propiedades de la población. Sin embargo, deseo inculcar en vosotros ciudadanos de a pie y funcionarios públicos, a todos en general, la urgente necesidad de conservar la calma y de contribuir a ella con vuestros recursos. Afortunadamente, este peligroso enemigo se encuentra todavía dentro de un área relativamente reducida y podemos tener la firme confianza de que nuestras fuerzas militares tendrán la potencia suficiente para proseguir todos y cada uno de nosotros en el cumplimiento de nuestros deberes, de modo que podamos ofrecer a este adversario destructor, el frente sólido de una nación unida, valiente, y dedicada a la preservación de la supremacía humana sobre la Tierra... Gracias.

Según un equipo de la Universidad de Princeton, dirigido por Hadley Cantril, casi 2 millones de estadounidenses creyeron la invasión marciana. 

No obstante, a finales de los 90, el sociólogo Robert E. Bartholomew, de la Universidad James Cook, concluyó que tampoco fue para tanto y que se escogió a los testimonios más exagerados, qué sí, que muchos radioyentes llamaron a la policía, pero sólo para preguntar si lo que estaban escuchando era real.

Fuera como fuera, al día siguiente, la emisión y sus consecuencias fueron portada de todos los periódicos, comenzando por el prestigioso The New York Times.

Y ELLOS SIN ENTERARSE

CONTROL: ráfaga musical conclusiva 15 segundos aprox

ORSON WELLES: Señoras y señores, les habla Orson Welles fuera, ya, del personaje que he estado interpretando. Les tengo que asegurar que La Guerra de los Mundos no ha tenido más intención que la de celebrar una simple fiesta. En su versión para la radio, el Teatro Mercurio también se disfrazó con una sábana y saltó desde los arbustos para asustar, diciendo... Huuu. Si empezáramos de nuevo, hubiéramos tardado todo un día en llenar de jabón sus ventanas o arrancar las puertas de sus jardines...
Por tanto, preferimos, mejor, hacer otra cosa. Hemos aniquilado al mundo ante sus propios oídos y destruido totalmente la CBS. Espero que se sientan aliviados al saber que, realmente, no iba en serio y que ambas instituciones siguen abiertas para sus negocios. Así que, adiós a todos y, por favor, recuerden, al menos hasta mañana, la terrorífica lección que aprendieron esta noche. El invasor con cabeza de globo brillante y sonriente, que se encuentra en el salón de sus casas, no es otra cosa que un habitante con una calabaza hueca, y si acaso el timbre de la puerta suena y al abrir no ven a nadie , no será un marciano, sino... Halloween.

CONTROL: entra SINTONÍA de salida ( versión larga de 41 seg) está en Primer Plano 4 segundos y pasa a Fondo.

LOCUTOR 1: Esta noche la Columbia Broadcastig System y sus emisoras asociadas de costa a costa, les han ofrecido... “La Guerra de los Mundos”, de H G Wells. Número 17 de los radiodramas que, semanalmente, representan Orson Welles y el Teatro Mercurio del Aire.
La próxima semana les ofreceremos una dramatización de tres famosas cortas obras.
Aquí la Columbia Broadcasting System.

CONTROL: sube SINTONÍA a PP hasta su final

(Tiempo total::: 58’:15”)
FIN

Porque Welles y su equipo no fueron conscientes de la repercusión obtenida hasta la mañana siguiente cuando leyeron los titulares de prensa:

Orson Welles causa pánico”, “Oyentes de radio dominados por el pánico: muchos huyeron de sus hogares por la invasión de gas proveniente de Marte” , “El ataque desde Marte en una obra radiofónica sumió a miles en el pánico”.

Y tuvieron que hacer frente a las numerosas críticas que los tachaban de irresponsables. No sólo eso, decenas de personas denunciaron a la CBS, aunque todas las demandas fueron desestimadas. Las propias autoridades americanas también hicieron patente su malestar, pero la CBS no había vulnerado ninguna ley.

A pesar de eso, la policía visitó la emisora y se incautó de todo el material utilizado en la emisión. Todo menos una copia del guión que el guionista Howard Koch se llevó a casa. 50 años más tarde lo compraría el director Steven Spielberg, que dirigió su propia adaptación cinematográfica.


Lo mejor es que el objetivo se había cumplido. Lejos de dejar de emitir el programa del Mercury Theatre, la CBS se felicitó por haber contratado al mejor actor de América. La audiencia subió como la espuma y se encontró patrocinador.

Se había demostrado el poder de la radio y de lo que suponía llevar a cabo una narración de forma original, creativa y diferente.

¿POR QUÉ TRIUNFÓ LA EMISIÓN?

Es decir, de nuevo la pregunta: ¿Por qué tantas personas se lo creyeron?

Se ha estudiado y se seguirá estudiando, por el efecto que los medios de comunicación de masas pueden tener sobre la población.
Como hemos dicho antes, mucho tuvo que ver que el público potencial cambiará de emisora cuando el programa de más audiencia del país, de la cadena de radio rival, el Show de Charlie McCarthy, hizo una pausa publicitaria. Para entonces, los boletines ficticios de la CBS ya estaban en plena acción.

La propia población reaccionó con demasiada rapidez a la supuesta invasión y a su propio pánico, pocos llegaron a la explicación final de Welles.

La cercanía de la historia, ambientada en New Jersey, en EE.UU, contribuyó a dar sensación de credibilidad, al igual que utilizar los propios boletines de noticias para contar la historia.

Pero sin duda, hay que tener en cuenta que en 1938, la televisión no había llegado a la mayoría de los hogares y que la radio era el medio de comunicación más consumido. Dos años antes, se habían vendido 8 millones de aparatos. 3 de cada 4 familias tenían una radio en casa.

A lo que sumar que, por aquella época, la población era todavía muy inocente a la hora de asimilar la forma de determinados mensajes destinados a captar su atención.

¿Podría pasar ahora?

Quién sabe, con esto de las redes sociales, incluso la histeria podría ser mayor.

Sin ir más lejos, hace unos años, con motivo del estreno de la película Independence Day, su publicidad televisiva asustó a más de uno y alguna que otra cadena de televisión en nuestro país recibió las llamadas de gente que se había creído que nos invadían los marcianos.

Sea como fuera, el pasado miércoles se cumplieron 75 años de la retransmisión que cambiaría la historia de la radio, que demostraría el inmenso poder que pueden tener los medios de comunicación de masas y que dio a conocer a un joven Orson Welles, que dos años más tarde filmaría la que es considerada la mejor película de la historia del cine: Ciudadano Kane, demostrando que lo que había hecho en la CBS era sólo un pequeño atisbo de su inmenso genio creador.


*Academia de las Artes y las ciencias Radiofónicas de España. Traducción del guión original realizada por Jorge Álvarez.