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Me comentaba un amigo que el tema de esta entrada no le entusiasmaba lo más mínimo. Que qué de interesante podía tener la vida de tal personaje. Y, aunque entiendo su escepticismo inicial, me ha podido el escribir sobre él. Creo que su vida y obra lo merecen. Además, su propia trayectoria vital bien podría ser la de una película de acción, aventuras y romance.
Se
trata de Robert Capa, el famoso fotoperiodista, uno de los
freelance más conocidos de todos los tiempos. Amén, de ser el
fundador de una de las agencias de fotografía más prestigiosas del
mundo: la agencia Magnum.
No
voy a ser la primera ni la única en escribir sobre él. Compañeros
de diversos medios ya han hecho lo propio. Le han dado un repasito a
algunas de las biografías que hay sobre él.
De
ahí vienen adjetivos como: valiente, intrépido, rebelde, jovial,
fantasioso, generoso, leal... A los que sumar un peculiar sentido del
humor y un desapego por la vida que descolocaba a propios y a
extraños. Sin olvidar su pasión por el juego, el alcohol y las
mujeres, aunque nunca pudiera superar la muerte de su gran amor,
Gerda Taro.
Respecto al propio Capa, murió
en 1954 al pisar una mina cuando cubría la guerra de Indochina para
la revista Life. Pero
lo que esta semana celebramos es el centenario de su nacimiento.
Nació un 22 de octubre de 1913. Por delante, 40 años apasionados,
vibrantes, que contemplaron y registraron momentos tan históricos
como el del desembarco de Normandía, el 6 de junio de 1944.
TRAYECTORIA
VITAL
Endré
Ernö Friedmann era su verdadero nombre. Nació en Budapest en una
familia que, al menos, al principio, disfrutaba de una posición
económica holgada. Su madre era diseñadora de moda y su padre un
intelectual. Semejantes orígenes hicieron que el propio Capa se
moviera desde muy joven en círculos artísticos y políticos.
Pero
llegó la crisis económica y el taller de su madre tuvo que trasladarse a la propia casa familiar. Lo que convertiría a Capa en
una especie de vagabundo urbano. Lo que supuso una especie de entrenamiento
en eso del peregrinaje. Precisamente, del deambular por las calles de la
ciudad nacería la amistad que le unió a Eva Besnyo, precoz aprendiz de fotógrafa
que tuvo mucha influencia en el Capa adolescente y fotógrafo.
También la tuvo
Lajos Kassák, que supo darle consejos vitales y artísticos,
supo apoyarlo económicamente y darle contactos. Para Kassák,
además, la fotografía, como cualquier manifestación artística,
debía tener una finalidad social. Algo en lo que el propio Capa no pudo estar más que de acuerdo.
Sin
embargo, la subida al poder del fascismo y los círculos socialistas
en los que se movía Capa durante aquellos años lo obligaron a
abandonar Hungría. De este modo, comenzaba el peregrinaje real.
Primer
parada: Alemania. Hasta la llegada de los nazis. Segunda parada: París. Donde consiguió trabajo
como fotógrafo en la revista Regards y donde unos años después conocería a la fotógrafa alemana Gerda Taro, la
que sería su compañera. Los dos se inventaron el nombre de un
supuesto fotógrafo norteamericano para conseguir aumentar el precio
de los trabajos fotográficos de ambos, que solían ser rechazados. De este modo, nacía Robert Capa como tal y para la historia.
Sin
lugar a dudas, fue la Guerra
Civil española la que
comenzó a lanzarlo a la fama. Cubrió los acontecimientos más
importantes, estuvo en primera linea de combate desde los inicios
hasta el final.
Famosísima es su fotografía: Muerte de un miliciano, tomada en el frente de Córdoba y que siempre ha estado rodeada de leyenda. ¿La hizo Capa, no la hizo? ¿Fue real o fue un montaje?
Famosísima es su fotografía: Muerte de un miliciano, tomada en el frente de Córdoba y que siempre ha estado rodeada de leyenda. ¿La hizo Capa, no la hizo? ¿Fue real o fue un montaje?
Fuera lo que fuera, y con un cierto prestigio en su mochila gracias a la
contienda española, logró cubrir la Segunda
Guerra Mundial, también desde los principales escenarios: Italia, Londres, África... Hasta
llegar al Día D, el desembarco de Normandía. Su trabajo en dicho
momento le valió la Medalla de la Libertad.
Dos
años después de la guerra, crearía Magnum,
junto con los fotógrafos Henri
Cartier-Bresson
y David Seymour,
entre otros. Pero con los años la fotografía de guerra dejó también lugar a
otra fotografía de tipo más artístico. Delante de su cámara
posaron, entre otros, artistas de la talla de Hemingway
y Picasso.
Estando
en Japón visitando a unos amigos, fue contratado por la prestigiosa
revista Life de nuevo, esta vez para sustituir a otro compañero en Vietnam. El
25 de mayo, mientras acompañaba al ejército francés, pisó una
mina y murió, haciendo honor a su frase más conocida.
Si
tus fotos no son lo suficientemente buenas, es que no estabas los
suficientemente cerca.
MUERTO
EL HOMBRE, NACIÓ EL MITO
De
él se ha escrito de todo, y en la mayoría de los casos no ha salido
bien parado. Se ha dicho desde que era todo un jeta, ambicioso y
mentiroso, hasta que fue un héroe, un abanderado de la libertad.
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También
le encantaba adornar los hechos y, es cierto, que mantener las
apariencias era muy importante para él. Algo que, al parecer,
aprendió de su madre. De su padre, lo que aprendió fue a vérselas
en momentos de apuro.
Porque
incluso
siendo carismático y todo un seductor nato, a Robert Capa le costó
mucho triunfar. Antes de la Guerra Civil española no era raro que viviera al límite, en condiciones precarias, apoyándose en los numerosos
amigos que siempre encontraba a su paso. Quienes no sólo le dejaban lugares donde
dormir, también le prestaban dinero, incluso le buscaban trabajos.
No obstante, para
Capa una vez que se tocaba fondo, tocaba a su vez que la vida lo compensara
del mismo modo, para mantener un equilibrio.
Y
es que, por muchos apuros que pasara, Capa siempre acababa saliendo
del pozo en el que se encontrara gracias, como hemos dicho, a su don de gentes y a sus
numerosos protectores y protectoras. Hasta su sentido del humor en
momentos complejos ha sido remarcado. En eso están todos sus
biógrafos de acuerdo. En eso y en que, desde muy joven, asoció la
fotografía con la aventura.
Aunque
muchos consideran que su trabajo fotográfico en España fue el de un
primerizo con mucho talento, el hecho de que las más prestigiosas
revistas de medio mundo las publicaran, lo puso en el candelero de la
profesión. Era fresco, original, atrevido y no tenía miedo de estar en la primera
línea de fuego.
La Segunda Guerra Mundial no sólo la vivió in situ y casi se ahoga durante el
Día D, sino que además se lanzó en paracaídas con los soldados
que tomaron la isla de Sicilia, lo haría también sobre Alemania en
1945. Siempre al límite, siempre lo más cerca posible de la acción.
De
sus fotos en Normandía sólo pudieron ver la luz 8. El resto, por un
error durante el revelado, se perdieron sin remedio. Con respecto a
la fotos, no tienen una gran calidad, Capa lo pasó realmente mal
para conseguirlas, pero incluso así están llenas de fuerza, de
acción, de vida.
A
su regreso de la guerra, su fama ya era más que reconocida. Fue entonces cuando vio la luz Magnum,
una agencia muy especial, que nació como idea en la mente de Capa antes de que fuera un profesional reconocido. Él siempre
quiso que los fotógrafos tuviesen una cierta independencia a la hora
de poder trabajar, también que tuviesen unas tarifas dignas que les
permitiesen vivir de su trabajo. Se puede decir que no quería que
nadie pasara la penurias que él y algunos amigos pasaron, y menos quien realmente tuviera talento.
Se
haya escrito lo que se haya escrito sobre él, no se puede negar
que dignificó el oficio del fotoperiodista.
Volviendo
a su momento de gloria... La fama lo acercó hasta Hollywood donde
fotografió a muchas estrellas del cine y donde mantuvo un romance apasionado con
la actriz Ingrid Berman. También consiguió lo que llevaba mucho tiempo
persiguiendo, la nacionalidad americana.
Fueron
años de excesos en lo personal. Sin embargo, Capa jamás olvidó al
gran amor de su vida, Gerda Taro. Nunca superó el haber estado en
París mientras ella moría atropellada por un tanque en la Batalla
de Brunete, durante la Guerra Civil. Ambos pensaban casarse.
Fue
uno de los momentos en los que más cerca estuvo de formar una
familia más o menos convencional. Después afirmó que su carácter
no soportaría el aburrimiento que podía conllevar el matrimonio.
Pero
si la cicatriz de muerte de Gerda Taro lo alejó del compromiso
amoroso, también es cierto que cimentó un compromiso social mucho mayor
por lo que se refiere a sus fotografías. Siempre se mantuvo fiel a la idea
de estar donde estuviera la acción, ni su éxito fotografiando estrellas
lo alejó del frente y en el frente murió.
Su
Leica cubrió 5 guerras: la española, la mundial, la invasión
japonesa de China, la guerra de la Indepencia israelí y la Guerra de
Indochina, donde acabó sus días.
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En
una guerra hay que detestar o amar a alguien, hay que tomar partido.
Con paz o sin ella, fue un gran profesional, el reportero de guerra por
excelencia y nos ha dejado testimonios gráficos únicos,
conmovedores, humanos.
Hay
que apreciar a la gente que estás fotografiando y hacerle ver que la
aprecias.
Diría
en una ocasión. Y, al menos, en eso no quiso aparentar.
EL
PORQUÉ DE ROBERT CAPA
Supongo
que por eso le he dedicado esta entrada, porque fue un hombre
excepcional, pero también un hombre con todas sus luces y sus
sombras. Hay quien considera que todo genio lo es por esas mismas luces y
sombras.
Puede
que Capa adornara muchos momentos de su vida cuando se la narraba a
otros, pero no debemos olvidar que era un reportero, que su trabajo
era contar y que siempre buscaba lo excepcional, incluso en el
detalle más pequeño de su vida.
Por
otra parte, como freelance sufrió muchas de las penurias que
nosotros los freelance de este tiempo estamos padeciendo. Habrá
quien quiera vender su trabajo por 4 céntimos, pero otros luchamos
por valorar un trabajo, el de la información, que llevamos en la
sangre. Luchamos por cada encargo, por dignificar el oficio.
Entiendo que a mi amigo el nombre de Robert Capa no le llame la atención
especialmente, pero roberts capa los hay en todas las profesiones y conocer su ejemplo, sus trayectorias vitales, debería inspirarnos para seguir luchando en esta especie de guerra que nos ha tocado vivir a escala planetaria: la crisis.
¿Cómo la hubiese cubierto o contado Capa? Eso nunca lo sabremos, pero seguro que hubiese estado muy cerca de la acción.
Porque si no estás lo suficientemente cerca...
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