miércoles, 23 de octubre de 2013

SI NO ESTÁS LO SUFICIENTEMENTE CERCA...


Me comentaba un amigo que el tema de esta entrada no le entusiasmaba lo más mínimo. Que qué de interesante podía tener la vida de tal personaje. Y, aunque entiendo su escepticismo inicial, me ha podido el escribir sobre él. Creo que su vida y obra lo merecen. Además, su propia trayectoria vital bien podría ser la de una película de acción, aventuras y romance.

Se trata de Robert Capa, el famoso fotoperiodista, uno de los freelance más conocidos de todos los tiempos. Amén, de ser el fundador de una de las agencias de fotografía más prestigiosas del mundo: la agencia Magnum.

No voy a ser la primera ni la única en escribir sobre él. Compañeros de diversos medios ya han hecho lo propio. Le han dado un repasito a algunas de las biografías que hay sobre él.

De ahí vienen adjetivos como: valiente, intrépido, rebelde, jovial, fantasioso, generoso, leal... A los que sumar un peculiar sentido del humor y un desapego por la vida que descolocaba a propios y a extraños. Sin olvidar su pasión por el juego, el alcohol y las mujeres, aunque nunca pudiera superar la muerte de su gran amor, Gerda Taro.


Respecto al propio Capa, murió en 1954 al pisar una mina cuando cubría la guerra de Indochina para la revista Life. Pero lo que esta semana celebramos es el centenario de su nacimiento. 

Nació un 22 de octubre de 1913. Por delante, 40 años apasionados, vibrantes, que contemplaron y registraron momentos tan históricos como el del desembarco de Normandía, el 6 de junio de 1944.

TRAYECTORIA VITAL

Endré Ernö Friedmann era su verdadero nombre. Nació en Budapest en una familia que, al menos, al principio, disfrutaba de una posición económica holgada. Su madre era diseñadora de moda y su padre un intelectual. Semejantes orígenes hicieron que el propio Capa se moviera desde muy joven en círculos artísticos y políticos.

Pero llegó la crisis económica y el taller de su madre tuvo que trasladarse a la propia casa familiar. Lo que convertiría a Capa en una especie de vagabundo urbano. Lo que supuso una especie de entrenamiento en eso del peregrinaje. Precisamente, del deambular por las calles de la ciudad nacería la amistad que le unió a Eva Besnyo, precoz aprendiz de fotógrafa que tuvo mucha influencia en el Capa adolescente y fotógrafo. 

También la tuvo Lajos Kassák, que supo darle consejos vitales y artísticos, supo apoyarlo económicamente y darle contactos. Para Kassák, además, la fotografía, como cualquier manifestación artística, debía tener una finalidad social. Algo en lo que el propio Capa no pudo estar más que de acuerdo.

Sin embargo, la subida al poder del fascismo y los círculos socialistas en los que se movía Capa durante aquellos años lo obligaron a abandonar Hungría. De este modo, comenzaba el peregrinaje real.

Primer parada: Alemania. Hasta la llegada de los nazis. Segunda parada: París. Donde consiguió trabajo como fotógrafo en la revista Regards y donde unos años después conocería a la fotógrafa alemana Gerda Taro, la que sería su compañera. Los dos se inventaron el nombre de un supuesto fotógrafo norteamericano para conseguir aumentar el precio de los trabajos fotográficos de ambos, que solían ser rechazados. De este modo, nacía Robert Capa como tal y para la historia.

Sin lugar a dudas, fue la Guerra Civil española la que comenzó a lanzarlo a la fama. Cubrió los acontecimientos más importantes, estuvo en primera linea de combate desde los inicios hasta el final. 

Famosísima es su fotografía: Muerte de un miliciano, tomada en el frente de Córdoba y que siempre ha estado rodeada de leyenda. ¿La hizo Capa, no la hizo? ¿Fue real o fue un montaje?

Fuera lo que fuera, y con un cierto prestigio en su mochila gracias a la contienda española, logró cubrir la Segunda Guerra Mundial, también desde los principales escenarios: Italia, Londres, África... Hasta llegar al Día D, el desembarco de Normandía. Su trabajo en dicho momento le valió la Medalla de la Libertad.

Dos años después de la guerra, crearía Magnum, junto con los fotógrafos Henri Cartier-Bresson y David Seymour, entre otros. Pero con los años la fotografía de guerra dejó también lugar a otra fotografía de tipo más artístico. Delante de su cámara posaron, entre otros, artistas de la talla de Hemingway y Picasso.

Estando en Japón visitando a unos amigos, fue contratado por la prestigiosa revista Life de nuevo, esta vez para sustituir a otro compañero en Vietnam. El 25 de mayo, mientras acompañaba al ejército francés, pisó una mina y murió, haciendo honor a su frase más conocida.


Si tus fotos no son lo suficientemente buenas, es que no estabas los suficientemente cerca.

MUERTO EL HOMBRE, NACIÓ EL MITO
De él se ha escrito de todo, y en la mayoría de los casos no ha salido bien parado. Se ha dicho desde que era todo un jeta, ambicioso y mentiroso, hasta que fue un héroe, un abanderado de la libertad.
Contradictorio como pocos, se movió durante gran parte de su vida en ambientes revolucionarios, se consideró a sí mismo un progresista, pero adoraba los placeres de las clases acomodadas, burguesas.
También le encantaba adornar los hechos y, es cierto, que mantener las apariencias era muy importante para él. Algo que, al parecer, aprendió de su madre. De su padre, lo que aprendió fue a vérselas en momentos de apuro.
Porque incluso siendo carismático y todo un seductor nato, a Robert Capa le costó mucho triunfar. Antes de la Guerra Civil española no era raro que viviera al límite, en condiciones precarias, apoyándose en los numerosos amigos que siempre encontraba a su paso. Quienes no sólo le dejaban lugares donde dormir, también le prestaban dinero, incluso le buscaban trabajos.
No obstante, para Capa una vez que se tocaba fondo, tocaba a su vez que la vida lo compensara del mismo modo, para mantener un equilibrio.
Y es que, por muchos apuros que pasara, Capa siempre acababa saliendo del pozo en el que se encontrara gracias, como hemos dicho, a su don de gentes y a sus numerosos protectores y protectoras. Hasta su sentido del humor en momentos complejos ha sido remarcado. En eso están todos sus biógrafos de acuerdo. En eso y en que, desde muy joven, asoció la fotografía con la aventura.
Aunque muchos consideran que su trabajo fotográfico en España fue el de un primerizo con mucho talento, el hecho de que las más prestigiosas revistas de medio mundo las publicaran, lo puso en el candelero de la profesión. Era fresco, original, atrevido y no tenía miedo de estar en la primera línea de fuego.
La Segunda Guerra Mundial no sólo la vivió in situ y casi se ahoga durante el Día D, sino que además se lanzó en paracaídas con los soldados que tomaron la isla de Sicilia, lo haría también sobre Alemania en 1945. Siempre al límite, siempre lo más cerca posible de la acción.
De sus fotos en Normandía sólo pudieron ver la luz 8. El resto, por un error durante el revelado, se perdieron sin remedio. Con respecto a la fotos, no tienen una gran calidad, Capa lo pasó realmente mal para conseguirlas, pero incluso así están llenas de fuerza, de acción, de vida.
A su regreso de la guerra, su fama ya era más que reconocida. Fue entonces cuando vio la luz Magnum, una agencia muy especial, que nació como idea en la mente de Capa antes de que fuera un profesional reconocido. Él siempre quiso que los fotógrafos tuviesen una cierta independencia a la hora de poder trabajar, también que tuviesen unas tarifas dignas que les permitiesen vivir de su trabajo. Se puede decir que no quería que nadie pasara la penurias que él y algunos amigos pasaron, y menos quien realmente tuviera talento.
Se haya escrito lo que se haya escrito sobre él, no se puede negar que dignificó el oficio del fotoperiodista.
Volviendo a su momento de gloria... La fama lo acercó hasta Hollywood donde fotografió a muchas estrellas del cine y donde mantuvo un romance apasionado con la actriz Ingrid Berman. También consiguió lo que llevaba mucho tiempo persiguiendo, la nacionalidad americana.
Fueron años de excesos en lo personal. Sin embargo, Capa jamás olvidó al gran amor de su vida, Gerda Taro. Nunca superó el haber estado en París mientras ella moría atropellada por un tanque en la Batalla de Brunete, durante la Guerra Civil. Ambos pensaban casarse.
Fue uno de los momentos en los que más cerca estuvo de formar una familia más o menos convencional. Después afirmó que su carácter no soportaría el aburrimiento que podía conllevar el matrimonio.
Pero si la cicatriz de muerte de Gerda Taro lo alejó del compromiso amoroso, también es cierto que cimentó un compromiso social mucho mayor por lo que se refiere a sus fotografías. Siempre se mantuvo fiel a la idea de estar donde estuviera la acción, ni su éxito fotografiando estrellas lo alejó del frente y en el frente murió.
Su Leica cubrió 5 guerras: la española, la mundial, la invasión japonesa de China, la guerra de la Indepencia israelí y la Guerra de Indochina, donde acabó sus días.
Curioso que sus restos, que reposan en Armonk, Nueva York, lo hagan bajo la palabra Paz, que está escrita en su lápida. Curioso, porque Capa afirmaba que:
En una guerra hay que detestar o amar a alguien, hay que tomar partido.
Con paz o sin ella, fue un gran profesional, el reportero de guerra por excelencia y nos ha dejado testimonios gráficos únicos, conmovedores, humanos.
Hay que apreciar a la gente que estás fotografiando y hacerle ver que la aprecias.
Diría en una ocasión. Y, al menos, en eso no quiso aparentar.
EL PORQUÉ DE ROBERT CAPA
Supongo que por eso le he dedicado esta entrada, porque fue un hombre excepcional, pero también un hombre con todas sus luces y sus sombras. Hay quien considera que todo genio lo es por esas mismas luces y sombras.
Puede que Capa adornara muchos momentos de su vida cuando se la narraba a otros, pero no debemos olvidar que era un reportero, que su trabajo era contar y que siempre buscaba lo excepcional, incluso en el detalle más pequeño de su vida.
Por otra parte, como freelance sufrió muchas de las penurias que nosotros los freelance de este tiempo estamos padeciendo. Habrá quien quiera vender su trabajo por 4 céntimos, pero otros luchamos por valorar un trabajo, el de la información, que llevamos en la sangre. Luchamos por cada encargo, por dignificar el oficio.
Entiendo que a mi amigo el nombre de Robert Capa no le llame la atención especialmente, pero roberts capa los hay en todas las profesiones y conocer su ejemplo, sus trayectorias vitales, debería inspirarnos para seguir luchando en esta especie de guerra que nos ha tocado vivir a escala planetaria: la crisis.
¿Cómo la hubiese cubierto o contado Capa? Eso nunca lo sabremos, pero seguro que hubiese estado muy cerca de la acción. 
Porque si no estás lo suficientemente cerca...

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