Pero
¿dónde has estado metida este tiempo? ¿No has visto mi Facebook?
Me
dice una de mis mejores amigas. Tras casi dos meses desaparecida,
aislada de todo, también de las redes sociales, por fin nos hemos
vuelto a poner en contacto.
-Greta
ha muerto-me dice, y yo, yo, me quedo sin palabras, incluso algo
aturdida. Me entra una pena horrible.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQEeVwmnSMQ0iC7pcTUtwSQgmOm_W4zWG7BlBTWW77lmuo6q-2YQYkeykWGfZ-298mMpQsoSl8XAPksHWlXXItBRfSkn_qFgjLLttKD6oJYXK9Fq0hQRRa9GQqDze5tMg_1lthpmhh9p4Z/s320/971648_10201289596534350_1777436001_n.jpg)
A su lado, superé la fobia que
tenía a los perros, a consecuencia de un triste episodio de mi
niñez. A su lado, viví cientos de momentos tristes y alegres. A su
lado... Porque con ella, era imposible sentirse sola, siempre te
sacaba una sonrisa, siempre propiciaba instantes para que jugases
con ella y te olvidases de todo. Conseguía parar el tiempo y lo digo
con la mano en el corazón.
Sí,
era mucho más que un animal, era mucho más que un perro. Era una
especie de hija para mi amiga y una especie de amiga para mí. Se
hacía querer, siempre supo cómo hacerlo, cómo ganarse a las
personas con las que se cruzaba, aunque fuera por unos segundos.
Seducía
con sus graciosos andares, con una mirada llena de ternura, con una
energía desbordante que la hacía estar continuamente en guardia, a
la búsqueda de una caricia, de una palabra bonita.
Cuando
entró en nuestras vidas, desde el primer momento, lo hizo para
quedarse. Mi amiga estaba tan feliz de tener a una cosita tan pequeña
entre los brazos, que no dejaba de hacerle fotos y de compartirlas
con todas las personas que la queríamos, que la queremos. Porque
todos sus amigos hemos sentido la pérdida de Greta, hemos intentado
consolarla con los recuerdos que teníamos de ella.
Sin
embargo, sé que para mi amiga no hay consuelo, aunque se haga la
fuerte. De hecho, no se plantea sustituirla. De momento, es imposible
para ella hasta el simple hecho de pensarlo.
Verlas
a las dos juntas era ver la alegría, ver el cariño y el amor que
sentían la una por la otra. Escribo esto y se me humedecen un poco
los ojos, porque soy consciente de lo mal que lo ha debido pasar mi
amiga con la muerte de Greta. Me duele no haber estado a su lado para
tratar de reconfortarla en esos tristes momentos, que no todo el
mundo puede entender.
UN
EJEMPLO LITERARIO
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjaoEUTILg7R4_ITCLPYlkwCb_zyJWELeDu-ybiml_P8pKTyMYb7O4VpJvVf-qyx2mh1HnNzdwlM4RV8ZnXLB3eouEfyGIAsVRMqGja3QDT9muufqkqTpovo3AkU_l3BK1KWTphDGlTNW46/s320/colmillo-blanco-900x694.jpg)
La
idea ha venido a mi cabeza cuando he salido para ir al supermercado a
comprar un par de cosas para pasar el fin de semana. No sé por qué,
iba pensando en Greta, en un cuento que pueda estar a su altura y, de
pronto, me ha venido a la mente Colmillo Blanco,
la maravillosa novela de mi querido Jack
London (1876-1916), de la
que también hay varias adaptaciones cinematográficas, como por
ejemplo la de 1991, protagonizada por uno de mis actores favoritos:
Ethan Hawke.
Respecto
a la propia historia en sí, apareció primero por entregas en la
revista Outing, viendo
la luz ya como novela en 1906.
Lo que cuenta es el devenir de un perro
salvaje y de su camino hacía la domesticación. Un perro
diferente al resto desde su mismo nacimiento, no sólo por el físico,
por su pelambre blanco y gris, sino por pertenecer a la auténtica
raza de los lobos.
El éxito de la historia fue inmediato, pero no por ello escapó de los debates que
originó el trasfondo de la propia narración. Hay quien quiso ver una
alegoría de la transformación que sufrió la propia humanidad,
desde su origen en la naturaleza hasta llegar a la vida en sociedad.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguI2Smn8ePnHuDRwaDtDcboaokBRyZUCXoCO_wbWIzBvKOPEICztWzyHpdlMIVNOt95XMqHIgnrDqEQvKMpHsfiPWOetwx2hG6YyeprgIg2k4r59zcS4s5LYCjijhcv9xFNPzZ_Frla1H7/s1600/descarga+(1).jpg)
Cierto es que cuando London la escribió estaba muy
influido por filósofos como:
Herbert Spencer (supervivencia
del más fuerte) y Nietzsche
(superhombre).
Lo
curioso es que el libro triunfó entre el público juvenil. De hecho, es
considerada una novela cien por cien juvenil.
Sea
como sea, cuando leí el libro en la universidad, me conmovió. No lo
puedo evitar, pese a las apariencias, soy una sentimental. Pero he
de reconocer que lo que más me tocó la fibra fue el pensar que
London era el propio Colmillo Blanco, que el perro-lobo fuera su
alter ego en esa historia.
Un animal, que tuvo que endurecerse a base
de golpes, que apenas supo lo que era el cariño hasta que conoció
al protagonista humano. No obstante, mi asociación no es única,
muchos críticos han visto lo mismo que vi yo. La evolución del
propio London desde su adolescencia aventurera hasta convertirse en
un escritor de éxito.
Para enfrentarse al constante peligro de ser herido e incluso destruido, sus facultades depredadoras y defensivas se desarrollaron. Se volvió más ágil que los otros perros, rápido de patas, astuto, mortal, más liviano, más delgado, con músculos y nervios de hierro, más resistente, más cruel, más feroz y más inteligente. Tuvo que ser todo eso, de lo contrario no hubiese resistido ni sobrevivido al hostil ambiente en donde se halló.
TAN
HUMANOS COMO LOS PROPIOS HUMANOS
El
mayor acierto de Colmillo Blanco
es que está escrita para reflejar el punto de vista del perro, lo
que ayuda a que London profundice en la forma en la que los propios
animales ven el mundo y a los humanos. El escritor, al querer comprender su punto
de vista, les otorga un protagonismo humano, muy humano, también a la hora de sentir.
Tombuctu
de Paul Auster es también un
buen ejemplo de este tipo de literatura, en el que no sólo el
protagonista es un perro, sino un animal humanizado.
Digo
esto porque en algún que otro momento de bajón que compartí con Greta,
me pregunté qué debía pensar sobre nosotros las personas.
Pensase
lo que pensase, en ese momento ponía su patita en mi pierna y me miraba hasta
que yo paraba de llorar. Sencillamente, sentía mi dolor y quería reconfortarme de algún modo.
Antes,
escribía que hay gente muy escéptica en esto de que los animales
tienen sentimientos. Es cierto, los hay a montones. Para ellos, un
perro será siempre un perro. ¿Qué es eso de humanizarlos?
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9J_T1o3m44q0iMBJ9vmBM1fE-24-CMxNtltcPhH1lv8K7be2E1sFjqrzdmkkw746Sr-3D3hMrbeMVGnymn844gS4Qo4b7DoBw0-YcTduhUDCJOUoC8m2CvO7Qyted8xR_KoubML-bbANw/s1600/images+(2).jpg)
En
toda la clase, sólo éramos dos las personas que defendíamos que
sí, que los animales tenían sentimientos, lo que les otorgaba algo
de alma.
Cuando
me llegó el turno de argumentar, creo que puse como ejemplo la noticia del caso
de un perro que se murió de pena, literalmente, cuando lo hizo su
amo.
Tantos
años después, sigo pensando lo mismo, sigo pensando que como seres
vivos tienen su corazoncito.
LOS
CASOS SE AMONTONAN
Curiosamente,
el otro día me ofrecieron quedarme con un perro. Dije que no por
conciencia, por humanidad. No me aclaro conmigo misma como para tener
que cuidar a otro ser vivo.
Porque
lo son, a pesar de que haya mucha gente que los considere un juguete.
Tal vez, por eso cada año se abandonan miles de perros. Es difícil
precisar una cifra, contabilizarlos, pero superan la barrera de los
100.000.
No
por ello, muchas perreras o refugios de animales ya han alertado de
que se encuentran desbordados.
¿Por
qué ocurre?
Es
difícil también precisarlo. Pero supongo que mucho tiene que ver
con que no se puedan mantener o que acaben por aburrir a unos dueños
que realmente no sabían lo que conllevaba cuidar de ellos, cuidar de
seres que respiran, que se ponen enfermos, que necesitan comer...
etc.
Sirvan
estas líneas para que muchas personas se conciencien de que un perro
no es sólo un perro, una palabra de 4 letras, un juguete con el
pasar el rato, sino algo más, mucho más.
Porque
si no vas a poder cuidar de él, si no vas a poder mantenerlo, no te
plantees quedarte con uno de ellos o comprarlo. No son modas, ni el
capricho de turno, son seres vivos. Nos guste más o menos, y hasta que se demuestre lo contrario.
HASTA
SIEMPRE
Si
hay algo que siempre admiré de mi amiga es lo bien que cuidaba de
Greta. No la veía como a una mascota con la que jugar un rato y ya
está, sino como lo que era, un ser vivo que dependía de ella. Fue
responsable hasta el final. A Greta nunca le faltó de nada.
Respecto,
a la muerte de Greta no fue culpa de nadie, fue un triste accidente. No sobrevivió al ataque de otro perro. Estas cosas también pasan.
Sea
como sea, hasta siempre, Greta, allí donde estés gracias por
compartir tantos buenos momentos con las personas que te quisimos. Gracias por ser tan humana pese a tus cuatro patas.
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